Plena semana Santa, época de guardar para algunos, época de destrampe para otros. Una temporada que, en algunos países, se establece una delgada línea entre los que exigen respeto a sus creencias y una gran masa que, aunque pueda profesar la fe católica, se olvida de ceremonias ‒y de todos sus otros problemas‒ para fugarse a la playa, la montaña o los pueblos mágicos.

Una época en que la gente busca divertirse y gasta a manos llenas por lo que para otros se transforma en una gran oportunidad mercadológica a la que hay que meterle toda la creatividad. Todo puede marchar sobre ruedas, pero basta que alguien decida brincar esa línea para que empiecen los problemas.

Todo lo que voy a narrar, ocurrió en España; una campaña realizada por uno de los gigantes hamburgueseros de Estados Unidos, Burger King, que en estos momentos se encuentra muy ocupada promoviendo sus productos elaborados con un sustituto vegetal de carne, enfocado al mercado woke al ofrecer un sándwich que no implica sufrimiento animal.

Mercadotecnia pura y dura.

En lo personal no lo he probado, sin embargo, algunas reseñas afirman que la diferencia no se puede notar y que el producto es bastante satisfactorio. Habrá que probarlo, decía mi abuelo.

Al grano…

El caso es que estos genios amarraron cabos: todos sabemos que una de las obligaciones de los católicos, durante esa temporada, es la de evitar consumir carne. Dos más dos es cuatro: pensaron “nuestro producto no contiene carne” y, por lo tanto, es la oportunidad que las masas de creyentes se desboquen esta Semana Santa y no se priven de unas deliciosas hamburguesas que no contravienen en ninguna manera lo dispuesto por las autoridades religiosas.

La campaña iba en este tenor:

Tomad y comed todos de él, que no lleva carne

¡Dios! (nunca mejor dicho) ¿A quién se le ocurrió publicar esto en uno de los países más estrictos en lo que a la práctica del catolicismo se refiere?

¡Pudieron utilizar miles de alternativas!

El momento se me hace bueno; la gente no come carne, que mejor oportunidad para promover un producto que presume ser un sustituto de esta, pero ¿hacerlo de esa manera? Por supuesto, no tardaron en llegar las quejas.

El primer grupo es el clásico de los que se sienten ofendidos por que los atacan a ellos y no a otros. Usuarios de redes que argumentaron que los de Burger King no se atreven a ofender a los musulmanes debido a que estos si toman represalias.

En redes sociales pudimos ver joyas como esta:

Pero lo que agarró mayor tracción fue el clásico llamado al boicot, encabezado por las cuentas de varios religiosos y que anunciaban que millones de católicos dejarían de comprar en los restaurantes de la firma para darles una lección.

Restricciones y Cultura Publicitaria | Enrique R & Francisco G & Sharahí Z & Monserrat R & Hans H

Por supuesto que a estas alturas el tema ya se había transformado en todo un Trending Topic y en la más pura tradición tuitera, no tardaron en saltar al ruedo transeúntes virtuales de todos los colores y credos (o faltos de éste).

Uno de los grandes problemas de mostrarte “ofendido” por alguna situación es no pensar que otros se han visto ofendidos por tu propio actuar. Diciéndolo en términos más coloquiales, “todos tienen cola que le pisen”.

Por supuesto, el primer punto de contraataque fueron los pecados de los reclamantes:

Y más tarde cosas como esta:

En fin, que a los colegas del otro lado del Atlántico se les fue la Semana Santa dándose de hostias por el tema de una hamburguesa que ni siquiera es de carne.

¿Error o acierto de la agencia?

El caso es que la bola de nieve estaba en su punto máximo cuando la propia empresa salió al quite y publico una “sentida” disculpa, también en redes sociales. Lo curioso de esto, es que fue hasta el Domingo de Resurrección, fecha en que termina la vigilia y se retira la veda al consumo de carne.

Podríamos suponer que rodaron cabezas y que, a final de cuentas, optaron por lavarse la cara ante todo el revuelo que causaron. La moraleja podría caer en el tenor de “no meterse con las creencias de la gente” y “respetar”. Reafirmar que no es válido utilizar elementos religiosos, como las propias frases de la Biblia, en una campaña publicitaria.

Podríamos quedarnos ahí, pero no…

Lo curioso de todo este asunto fueron los tiempos: mientras todo el zipizape en redes se llevó a cabo por varios días, sólo hasta que la campaña “caducó”, salieron a disculparse y a pedir perdón para tratar de quedar bien con el bando que más gritó.

La gran pregunta:

¿Fue un error que se salió de control o algo cuidadosamente planeado para ser desconectado en el momento preciso?

Quizá nunca lo sabremos, sin embargo, fueron decenas de miles los que se enteraron de la existencia del producto y, como dicen por ahí, que hablen bien o que hablen mal, pero que hablen.

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