Existen personas de otros países que caracterizan a la Ciudad de México en términos de las personas o acontecimientos de referencia. Uno de ellos es la problemática de los sismos que ocurren un día sí y otro también al grado de que la “memeteca” de estos acontecimientos pululan en las redes sociales que demuestran el humor de las y los mexicanos frente a las desgracias.
Pero así como hay humor, también existe solidaridad dentro de la población mexicana cuando alguna catástrofe natural azota a determinada región. Los huracanes, los sismos, los incendios, las inundaciones y demás desgracias que se han vivido en un país tan diverso y un territorio tan distinto, han propiciado que, por lo menos hace unos 35 años se haya fomentado una cultura de protección civil.
Lección aprendida
A raíz del temblor de 1985, México puso sobre la mesa la necesidad de contar con esquemas de protección civil y gestión de riesgos que prevenga pérdidas mayores y, además, sepa reaccionar ante esto tipo de circunstancias, sobre todo porque el gobierno en aquel momento se quedó pasmado a diferencia de la sociedad civil que, sin ella, no hubiera sido posible salir del grave problema en que se metió.
La protección civil ha cambiado en los últimos años porque se han implementado más medidas en función de lo que sucede en las construcciones y entornos actuales, de tal manera que, en el caso de negocios, empresas y hasta dependencias de gobierno, deben cumplir con claros lineamientos para poder abrir alguna sucursal, oficina o negocio en general.

No es requisito de prevención
En el caso de los establecimientos mercantiles, uno de los requisitos para poder operar es cumplir con la normativa en la materia, es decir, analizar el riesgo por el tipo de negocio, construcción y entorno en general para que, en función de ello, se implementen las medidas de señalamiento, prevención y reacción.
La gestión integral de riesgos y de protección civil tiene muchas aristas especializadas en áreas como la arquitectura, la ingeniería y, desde luego, la jurídica, de tal manera que al momento de que nosotros queramos implementar el funcionamiento de un negocio, cumplamos con todos los elementos que marca la normativa, en principio porque es una obligación el cuidado de las y los asistentes a un establecimiento y, por otro lado, para evitar clausuras, suspensiones y multas exorbitantes por el incumplimiento.
De hecho, para poder dar de alta un establecimiento mercantil u obtener el permiso para operación en el caso de los de impacto zonal, se requiere un programa interno de protección civil o, en los casos que no se requiere por la superficie, tipo de giro y aforo, una documento de exención del mismo que acredite que se analizó el caso y no es necesario.
En términos muy generales hay dos tipos de programas: el Interno y el Especial. El primero de ellos es para los establecimientos y espacios que mandata el artículo 58 de la Ley de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la Ciudad de México, entre los que se encuentran los establecimientos mercantiles que se consideren de mediano y alto riesgo, lo cual se determina luego de responder un cuestionario clasificatorio de nivel de riesgo. Digamos que este programa aplica para todo tipo de negocios que se encuentren en impacto vecinal e impacto zonal aunque hay sus excepciones y eso lo determina un especialista. El otro de ellos, el especial, dice el artículo 73 de esa ley que es para actividades, eventos o espectáculos públicos de afluencia masiva, con un aforo igual o mayor a 500 personas, es decir, eventos masivos.
La clausura es lo de menos
Pero como dijimos, más allá de contar o no con un Programa de Protección Civil porque la ley lo mandate, se deben cumplir los lineamientos que marcan 3 normas relacionadas con la materia: la Ley de Establecimientos Mercantiles, su Reglamento y la Ley de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, ya que la Secretaría encargada puede realizar visitas y checar uno los elementos que deben cubrir como las señalizaciones, las salidas de emergencia, los extintores y demás elementos que permitan prevenir una catástrofe.
Por último, deben saber que la emisión d ellos programas normalmente los realizan empresas especializadas en la materia y a ustedes les toca verificar que realmente lo hagan correctamente porque si bien una clausura del negocio es desfavorable, el vivir con una tragedia en las espaldas es algo que no se cubre ni con multas ni con sanciones de otro tipo.








