Aunque la palabra reduflación aún no aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE), es un término utilizado en economía y marketing.
La palabra en inglés Shrinkflation de shrink (encoger) e inflation (inflación) fue utilizada por primera vez en el año 2009 pero se atribuye su uso regular a la economista Pippa Malmgren, quien en 2015 comenzó a manejarla en sus publicaciones.
La reduflación en economía es el proceso en el que las mercancías reducen su tamaño o cantidad contenida en los empaques, debido al alza en las materias primas y costos de producción, pero que suelen pasar desapercibidos por la mayoría de los consumidores.
Es una estrategia que busca evitar los efectos de la inflación que vive la economía, ya sea a nivel global o local, manteniendo así los precios o haciendo un aumento no muy significativo para así conservar las ganancias que reciben las compañías.
En lugar de que suban de manera abrupta el precio del producto, sabiendo que la principal consecuencia que les traería sería que el consumidor cambie de marca, optan por reducir la cantidad.
Las categorías donde es común la práctica de la reduflación son alimentos, bebidas y medicamentos.
Es verdad que pareciera ser un aumento de precios encubierto, uno muy sutil, pero que es legal ya que las marcas están obligadas a mostrar en sus empaques el contenido del producto y por tanto no nos están engañando, siempre y cuando en la etiqueta aparezcan esos datos.
Lo que pasa es que cuando vamos a comprar, generalmente no prestamos mucha atención a eso sino al precio. Tal vez si compramos un producto ocasionalmente no nos demos cuenta tan fácil que cambió su gramaje, pero si somos compradores regulares seguramente no tardaremos en darnos cuenta que hay algo diferente en el producto.
Desde la forma en que aparece la marca hasta obviamente el tamaño del empaque, podemos notar los cambios que se realizaron, pero el dato al que debemos poner mayor atención es a la cantidad disponible contenida en el envase, ahí es en dónde realmente nos daremos cuenta si ese producto ya fue víctima de la reduflación.
Los consumidores son los que tendrán que decidir si quieren seguir pagando el mismo precio por menos cantidad de producto, cambiar por marcas más económicas o si están dispuestos a pagar más y mantener sus marcas favoritas y que aman.
Cuéntame, como consumidor ¿qué prefieres?
Una respuesta
Que interesante tu artículo, en mi caso y hasta donde me sea posible creo que seguiría con la marca que conozco aún con el aumento de precio