Desde hace tiempo, el tema de la mariguana ha estado pululando por los medios de comunicación: que si sataniza, que si se legaliza, que si su uso medicinal es un mito, que si el uso recreativo es de gentuza (como lo eran los tatuajes), y todos los etcéteras que se te ocurran.
Al mismo tiempo, salieron los curiosos que dizque nunca la han probado, los mustios que nunca habían hablado del tema y ahora salen con que “yo sí la he probado” sólo por convivir, los que siguen pensando que es pecado, los que llevan desde siempre consumiéndola sin importar lo que por décadas se haya dicho, y otro sinfín de etcéteras.
Debemos de reconocer que su liberación es inminente e inevitable y que para su comercialización nos vamos a encontrar con infinidad de trabas.
Sabemos bien que ya hay cientos… miles de negocios que se han preparado para salir al público con sus productos desde el día uno, mientras que los cautos o temerosos están esperando a que se legalice para analizar la posibilidad de incursionar en el negocio. La realidad es que los segundos ya están en amplia desventaja. En lo que se la piensan, los aventurados ya están vendiendo desde hace tiempo y hasta han encontrado la forma de promoverse.
Hay quienes abiertamente la ofrecen en Instagram y hasta te llega en Uber. También hay quienes la venden en locales cerrados y por cita, o quienes preparan en su cocina pastelitos sobre pedido. Y los de siempre, los que seguramente hasta este año se llamarán narcomenudistas, ésos que han llenado las cárceles y reclusorios por algo que en unos meses será legal.
Aunque haya un mundo atiborrado de escépticos, la comercialización y promoción de la pura hierba y de muchísimos productos que la contienen ya está vigente. Sabemos, por ejemplo, de un par de empresas fabricantes ya han lanzado sus productos no-caseros al mercado, así como clubes de consumo (tipo la fruta del mes en EUA) con cargo automático y entrega a domicilio.
En redes sociales ya existen varias cuentas que han encontrado la forma de estar ahí presentes, en todos los estados de la mayoría de los países, México incluido.
El problema al que se han enfrentado es que las palabras relacionadas con la materia prima están vetadas. Obvio que si quieren pagar anuncios, las redes no les dan la opción y hasta amenazan con cerrar las cuentas que lo pretendan hacer. Y mientras algunos equipos de marketing digital se han enfrentado con esa barrera, algunos super vivarachos ya encontraron la forma de engañar los filtros, anunciándose sin remordimiento a todo lo largo y ancho de internet.
Las preguntas que me surgen: ¿están corriendo el riesgo, tanteando los límites? ¿son tan buenos que no hay forma de detectarlos? ¿los irán a cachar? ¿se convertirán en narcomarketeros?
Lo cierto es que (a diferencia de la cuarentena), el veto ya va en cuenta regresiva, y tiene sus días contados en la República Mexicana y de forma gradual y contundente en otro montón de países.
¿Te atreverías a llevar una hierbacuenta? ¿aceptarías la dirección de marketing de un motacorporativo
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