Pues sí. México se encuentra inmerso en un bombardeo mediático que los políticos tuvieron ¿a bien? llamar “pre-campaña”. Desde ahí, ya empiezan a querer tomarnos el pelo.
Y resulta ser que esa clase política, que no tiene nada de clase, recién se dio cuenta que no conecta con la gente. Gran descubrimiento. Después de varias décadas de decepción tras decepción, por fin decidieron que en la propaganda hay que acercarse al pueblo votante más allá de tomarse fotos con la gente.
Apenas… pero ya es tarde. El consumidor mexicano ya tiene otras necesidades. Ya está en el siguiente escalafón. Y -como siempre- ellos hacen un cambio de forma que no de fondo que le resulta ridículo al público. Tarde.
Lo peor de todo es que todos los partidos determinaron seguir la misma estrategia de comunicación y mostrándose con baños de pueblo, como acertadamente lo llamó Brozo en su cartón de ayer.
Y entonces se nos presentan en situaciones quesque cotidianas, como queriendo decirnos ‘mira, veme, soy como tú… no tengo hambre de poder ni te voy a engañar, porque soy como tú… voy a la peluquería, llevo a mis hijos a la escuela y mi esposa va al súper, igual que como se hace en tu casa… porque soy como tú, sin ambiciones banales… soy como tú, partiéndome el lomo todos los días para ganarme la vida… y digo ‘te cae’ porque así hablas tú y digo pirruris porque así hablabas tú en los setentas, y con eso quiero verme bien cool…
¡Vaya pifia!
El gran problema es que parecen lo mismo porque ellos mismos son lo mismo; nomás que andan de chapulines, de partido en partido. Por eso no se diferencian y el votante está indeciso. Por eso el electorado está incierto y el ciudadano no se engancha y duda en obsequiarles su voto.
De no hacer un cambio en la siguiente etapa, en la que se supone que sí será oficialmente la campaña (vamoaver), el enfado de la gente va a crecer exponencialmente y la desidia será la que asista a la urna a no votar.