Empresas verdes, socialmente responsables, eco friendly, pet friendly, LGBT friendly, inclusivas, feministas, con equidad de género, son tan solo algunas de las etiquetas que hoy las marcas se adjudican para subirse a las tendencias, pero ¿cuántas de ellas realmente tienen políticas y prácticas congruentes que hagan patente su compromiso genuino con la causa que dicen promover?
La inclusión forzada es la práctica de cubrir una cuota o verse obligados a incorporar a cierto sector de la población, apoyar causas sociales o mostrar una ideología diversa tan solo con el propósito de vender una imagen que compense la marginación, discriminación o racismo que históricamente han padecido los grupos minoritarios.
Términos como Greenwashing se asocian con las marcas de Fast Fashion como H&M o Zara quienes tratan de reivindicarse de la alta contaminación que provocan con la moda rápida, creando ropa supuestamente elaborada con productos reciclados, cuando en realidad tan solo un porcentaje mínimo de la prenda está confeccionada con textiles reutilizables, pero a ojos del consumidor “están haciendo algo por el planeta” y por tanto se siente menos culpa al comprar sin medida.
Ser políticamente correctos
Esta práctica actual se hace cada vez más evidente en las películas, las series y la publicidad, pero lejos de reconocer, honrar o enaltecer a dichos grupos, terminan por revictimizarlos y colocarlos en una posición de desventaja en la que se les otorga un lugar no por sus méritos sino por ser “políticamente correctos”, de ahí el fracaso de intentos inclusivos como la última campaña de Bud Light en la que aparece la influencer trans Dylan Mulvaney, con la que la marca Budweiser ha perdido hasta el momento 25% de sus ingresos.
Otro ejemplo de sumarse equivocadamente a las tendencias, es la fallida campaña de Pepsi, en la que eligieron a Kendall Jenner (una de las llamadas Kardashians) como protagonista de un anuncio publicitario para promover un movimiento de tipo social, el gran error de la marca es que recurrieron a una modelo que no representa en ningún sentido a la población socialmente marginada que se manifesta en dicho comercial y minimiza la importancia de las demandas colectivas.
Más que ponerse un rótulo, las marcas deben trabajar en sus politicas internas para ser congruentes entre lo que son y lo que proyectan, que sus empleados y directivos, sus valores, filosofía, códigos de ética, tradiciones, ritos, interacciones, sus procesos de reclutamiento, sus mensajes en redes sociales y diversos medios de comunicación sean consistentes con las ideologías y las causas que apoyan. No basta con ponerse una máscara para sumarse a las tendencias sino verdaderamente creer y autentificar en cada expresión cotidiana que son lo que dicen ser.
La inclusión forzada en La Sirenita
Próxima a estrenarse el 26 de mayo del 2023, el remake de la película La Sirenita de Disney, no se escapa de la polémica que contrapone las opiniones acerca de la elección de la protagonista Halle Bailey, actriz joven de origen afroamericano quien ha recibido severas críticas e insultos sin siquiera haber visto su trabajo en la pantalla grande.
Considero desafortunado el hacer un remake en el que se expone a la actriz a dichas críticas y maltratos, en su lugar deben crearse historias nuevas y originales, pensadas especificamente para dignificar y representar a cada sector de la problación de forma natural, orgánica y humanizada.
Mientras tanto, démosle la oportunidas a Halle Bailey, de demostrar por su actuación y sus méritos que puede ser una maravillosa nueva versión de La Sirenita, independientemente de que se trate o no de una inclusión forzada.
¡Hasta la póxima!
Ziranda González