En México y en muchos países de América Latina la procrastinación se ha vuelto un terrible hábito. Hemos llegado hasta a convertirlo en un arte de lo bien que lo hacemos, lo pulimos y lo justificamos.
Es muy fácil postergar cuando sabes que tienes una entrega en 20 días. Te dedicas 19 a hacer mil cosas más (o a no hacer nada). El último día pareciera que las ideas y la creatividad fluyen como cascada, y trabaja uno hasta morir… pero en realidad no es así. Las cosas hechas con prisa se notan hechas con prisa, al aventón. Terminas con poco tiempo para revisar a profundidad y, si es una presentación, no tienes oportunidad de ensayar. Y se nota aunque seas el mago de la improvisación.
Desde hace algún tiempo, me di cuenta que procrastinar me angustiaba pero no ponía remedio. La solución también la postergaba, por qué no.
De repente, de un día para otro, decidí no hacerlo más. Y mi vida cambió radicalmente. Por lo pronto, el nivel del estrés bajó y solamente me angustio cuando sale algo inesperado. Me di cuenta de lo absurdo que es agobiarse por algo que tiene solución y que ésta está en tus manos.
Aquí lo que he aplicado.
Entregas con fecha determinada.
Hay que empezar por dar el primer paso. Organizar información, formatear o bocetar el entregable y, cuando menos lo piensas, tu mente y tu ánimo están en modo ‘on’ y te sigues. Esto te permitirá hacer un mejor trabajo y quedar mejor con el receptor. Visualiza tu éxito y visualízate mañana despertar sin ese pendiente.
Breves tareas sencillas.
Esas piedritas en el zapato que se nos atraviesan en lo cotidiano. Son tareitas de menos de cinco minutos que nos dan una flojera garrafal… manos a la obra. Hay que hacerlo ya, ¿para qué postergar?
Curvas de aprendizaje.
Creo que éstas son las que más me costaban trabajo. Y las que más me metían en líos. Las hay de dos tipos:
1. Las que creer que te van a tomar una eternidad… dale una exploradita, te sorprendería lo fácil que resultan algunas cosas que pensábamos que eran re-complicadas.
2. Lo contrario: aquellas tareas que subestimamos y que dejamos para el final porque las vamos a resolver en dos patadas… y no. Y eso entonces nos causa conflicto y nos mete en un problemón, porque seguramente no vamos a estar a tiempo. Aquí también hay que aplicar la exploradita inicial. Así, desde un principio, te podrás percatar si es cierto que lo resolverías a ojos cerrados o si en verdad requiere de tiempo y organización… y ¡a darle!
Aplicar estas sencillas acciones ha aligerado mi vida y en verdad vivo con mucho menos estrés. Casi en un estado zen. Mis amaneceres son hermosos porque el pendiente quedó atrás. Y te prometo que tu gastritis te lo va a agradecer #PutAttention