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Los tiempos del peladito y en la boca

La semana pasada, la periodista mexicana Adela Micha fue TT en Twitter por un error que cometió alguien de su equipo digital, publicando en sus redes, de forma errónea, la imagen del maestro Francisco Toledo en lugar de la de Mauricio Toledo, el diputado mexicano que se refugió en Chile, el país de sus padres, por “persecución política” según argumenta.

Como ya sabemos que es costumbre, los usuarios de las redes sociales se fueron directo a la yugular, no al CM sino a ella.

Y -obvio- los memes emergieron de inmediato, de forma despiadada.

https://twitter.com/davono/status/1430372817128808451

Esto es solamente el producto de un descuido. Pero es un descuido provocado por la flojera que se justifica con prisa / urgencia, y que se ha generalizado hasta límites inimaginables. En este caso en particular, el creador del post sí buscó… pero poquito y al aventón, haciendo quedar en ridículo y como ignorante a su jefa.

Hace tiempo, para buscar información tenías que buscar los documentos correctos o tener las referencias pertinentes. Las bibliotecas y hemerotecas, entre otras figuras, estaban llenas de gente haciendo investigaciones.

De pronto llegó internet con sus buscadores, donde Google domina a tal grado que googlear se convirtió en verbo, y se dio un cambio diametral: las investigaciones están en la punta de los dedos, con sólo teclear una palabra o una frase.

Si bien la labor de búsqueda de información se hizo práctica, con ello vino la comodidad y la pereza. La gente cambió el “voy a buscarlo hasta por debajo de las piedras” por “si no me aparece en la primera página de Google es que no existe”.

Marketing Mix Modeling (MMM) | Rodrigo Martin & Moisés Maislin & Hans Hatch

Y si hasta ahí ya pensábamos que habíamos llegado al colmo del ser comodino, parece ser que la pandemia exacerbó la desidia y la falta de curiosidad.

Resulta ser que las personas ya no quieren usar Google para localizar datos ni aclarar dudas. Para qué si puedo preguntar a ver quién sabe o poner a otros a que lo busquen por mí.

¿Te has fijado que en tus redes y grupos de chat cada vez hay más y más personas haciendo preguntas que con googlear se resuelven?

Un caso extremo se presentó el otro día con un alumno. Para el examen final, les pedí que me enviaran su trabajo no por drive sino en anexo. Cuatro de los cinco equipos lo mandaron adjunto, el quinto lo subió al drive. Al señalárselo al remitente, me dice “es que eso de ‘anexo’ ¿qué es, un formato como PDF o qué?”. Merecía ser reprobado… pero me armé de paciencia y sólo contesté “anexo es adjunto. Si no entendías, podrías haberlo googleado”.

Es de sorprender que la gente se queja de aburrimiento teniendo tantas herramientas a su alcance. Pero con esto estamos comprobando que ya no les interesa indagar y que la curiosidad por la información profunda se está extinguiendo.

La tecnología ha venido a facilitarnos la vida a tal grado que nos hemos hecho flojos, la ley del mínimo esfuerzo prevalece, y el cuidado se desvanece. La gente ha dejado de escribir bien y sustituye el vocabulario, que ya de por sí venía decreciendo, con gifs y emoticones.

La pregunta es ¿qué tan tonto quieres ser? Gracias a la digitalización global, somos más listos pero menos pensantes, lo cual ha llevado a que el ser humano ya haya perdido 7% de puntos de coeficiente mental, según recientes estudios.

Y el aprendizaje que la experiencia adelamicha nos deja es la que no me canso de repetir a mis estudiantes de publicidad: si escribes mal un texto, el público no va a pensar que el copywriter se equivocó, sino que la marca es ignorante e iletrada. #PutAttention

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