¿Alguna vez han abierto Tinder con la intención de encontrar a su alma gemela?
Hace unos días me reuní con algunas amigas muy queridas, casualmente dos de ellas traían el corazón roto porque les fue mal en Tinder, no paraban de decir que esa app era una porquería, que los hombres están cada vez peor y que nadie quiere compromisos serios, la verdad no podía desmentirlas porque (actualmente), no me constaban ninguna hasta que… mejor les cuento la historia para que ustedes saquen sus propias conclusiones.
Como no quiero problemas, una se llamará “A” y la otra “B”.
Resulta que “A” conoció a un hombre “encantador”, chatearon un par de mensajes, salieron a tomar una copa, cenaron y hasta ahí llegó la cosa, días después se pusieron de acuerdo para verse de nuevo, en el ínter se escribían y mandaban mensajes cariñosos entonces “A” dentro de su pensamiento romántico creía que se estaba gestando una relación, así que cuando se vieron, mas tarde que temprano sucedió lo que “tenía que suceder”, ¡todo fue fantástico!, el único problema es que después de esa noche los mensajes prácticamente desaparecieron, le dio largas y no volvieron a verse más.
Se pueden imaginar lo que significó, se sintió usada y como una tonta, ella había sido sincera y este señor simplemente desapareció diciendo que tenía mucho trabajo y que más adelante la buscaría, cosa que no sucedió.
Ahora vamos con “B”, la historia es distinta porque jamás salió con nadie, nunca se concretó nada, le mandaban un mensaje y le volvían a escribir horas o días después, habló con 5 diferentes personas y ninguna le dijo que se vieran, se desesperó y les reclamó: “¿por qué demonios si estamos conociéndonos no podemos tener una conversación normal?”, “¿por qué me haces preguntas y desapareces o contestas horas después?” “¿Tienes interés o no?”, la verdad es que los ultimátums de “B” no ayudaron en lo mas mínimo, por el contrario la mandaron a volar, y las respuestas que recibió fueron: ¡pero que intensa qué miedo me das!, ¡no gracias, así menos!, ¡me ocupé, no podía contestar!, total que ninguno le dijo “tienes razón amada mía, voy a dedicarte el tiempo y respeto que mereces”, no, eso no sucedió. “B” se quedó con la idea de que algo hizo mal y que por eso nadie la invitó a salir.
Para no hacerles el cuento largo me pidieron que con toda sinceridad les diera mi opinión, ¡por los clavos de jesucristo!, ¿saben lo que eso significaba?, cómo podía decirles a dos mujeres que traían el corazón roto algo que sabía lo iba a terminar por demoler, además, no tengo la verdad absoluta y era un riesgo decirles lo que yo creía, por otro lado ¿no se supone que las amigas están para decirte lo que piensan de verdad?, en ese momento me sentí como esos hombres, ¡quería correr!.
Finalmente decidí ser honesta con ellas y les dije exactamente lo que pensaba ¿quieren saber? Jajaja que nervios…
Amigas queridas, no soy una experta en el tema de las relaciones y tampoco puedo asegurar que mi punto de vista sea la verdad, pero hay algo que creo: “Así como los perros huelen el miedo, los hombres huelen la necesidad” y ustedes dos ¡apestan!, se quedaron impávidas, ninguna contestaba y empecé a ponerme nerviosa, segundos después las dos lo aceptaron, aunque juraban que no habían sido obvias.
Una vez que la cosa se destensó pudimos entrar en detalles más específicos, y me mostraron qué tipo de fotos subieron, cuál había sido su descripción y me mostraron cada una sus perfiles, casi las mato “poses sexys” descripción de adolescente: “me gusta el vino, netflix y la honestidad” ¿es en serio “A”? ¡Plop!
De la otra mejor ni digo, me acuerdo y me dan ganas de llorar, total que les dije que no necesitan enseñar para conquistar y que los resultados son completamente distintos cuando no apremia la necesidad, quizá no debí decir todo eso porque como era de esperarse (no para mi) me pidieron que si yo “sabía tanto” les mostrara cómo se hacía ¡¿what?! “Me quedé así ira” jajaja.
Y ¿Cómo no ayudar a mis amigas? ¿Qué clase de persona soy que las dejaría solas a su suerte en tan difícil tarea?, además, después de decirles “apestosas” lo menos que podía hacer era poner a prueba mi teoría y salir victoriosa o tragarme mis palabras ¿no?, acepté el reto gustosamente, soy de la generación “X”, esa que no se raja, se sacude las rodillas y “ámonos” a lo que sigue.
Era sábado en la noche, abrí mi perfil frente a ellas, subí dos fotos, una de mi cabeza, solo mi cabeza, no cara, no ojos, no nada y otra de mi sombra, ni el cuerpo se notaba, en mi descripción decía: “no hablo de política y estoy haciendo un experimento”, ¡Dios! Pero qué cosa menos atractiva (pensé), más me vale que todo esto funcione sino ya me las imagino burlándose de mi hasta ser ancianas.
Un minuto después llegó el primer match y segundos más tarde el mensaje: “hola misteriosa, ¿cómo estás?” grité: ¡tres puntos para Ana!, ¡cero puntos para “A” y “B”!, soltamos la carcajada al mismo tiempo, total que tuve una conversación de lo más interesante, nunca lo ligué, no dije nada que hablara de amor, no pregunté si estaba casado o por qué razón estaba ahí, (en realidad no me interesaba), yo estaba haciendo un experimento por lo tanto las preguntas que haces son diferentes, no te importa saber si “toma el amor en serio”, o si “cree en el matrimonio”, cuando no tienes necesidad, esos temas no te importan porque no estás buscando eso. La ventaja que llevaba ante mis amigas es que yo entré a la app “blindada”, no tenía puesta ninguna expectativa mas que sustentar mi teoría, así que conecté de manera relajada, escuchando más que preguntando y la conexión crecía cada vez más, ¡la magia ocurrió!, y me refiero a lo que entendimos las tres en ese momento, yo fui ellas alguna vez, también llegué a hacer esas preguntas urgidas y los resultados mejor ni se los platico.
Mi teoría había sido probada con excelentes resultados.
Entonces, ¿cómo poder buscar una conexión sin que salgas lastimad@?, queda claro que lo más importante es NO buscar compañía por necesidad o te sientes sol@, ni en una app ni en ningún lado, porque en estado vulnerable te conviertes en presa fácil de alguien que entró “blindado” y llegó solamente “a ver que encuentra” mientras tú andas con el acta de matrimonio en pdf por si te la piden.
Dentro de lo divertido que fue el experimento, se dieron cuenta que necesitaban trabajar más en ellas mismas antes de pretender buscar pareja, reconocieron que su “desgracia amorosa” no fue culpa de Tinder, no había por qué satanizarlo, las cosas no tienen sentido a menos que tú se lo des, y que la honestidad y el compromiso lo puedes encontrar en donde sea, pero primero es con uno mismo antes de dar siguientes pasos y que el cuidado del corazón es responsabilidad de quien lo porta.
Seguí haciendo “match” y ese par no podía creer que sin mostrar prácticamente nada pudiera suceder, cerré la app horas después, me estresaba tener tantas conversaciones al mismo tiempo, les cambiaba los nombres, no me acordaba quién me dijo qué, y tampoco me parecía justo hacer algo que no me gustaría que me hicieran, terminé confesándoles el experimento y todos lo tomaron de manera relajada y divertida.
Conclusión: el problema no es Tinder, no es Facebook, no es twitter, no es tiktok, no es Instagram, no es ninguna app, son A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, hasta llegar a la Z.