Arriba, parias de la Tierra

Estoy totalmente de acuerdo con aquello de que los nuevos libros de texto gratuito de la Secretaría de Educación Pública son una auténtica basura. Creo que la carencia de temas como matemáticas o historia es un gravísimo error ya que quita herramientas a los niños para tener un mejor futuro.

Si en la actualidad la mayoría de los adultos son incapaces de realizar una suma compleja sin la ayuda de una calculadora, y no hablemos de divisiones, porcentajes o hasta raíces cuadradas, imagínense como se pondrán las cosas dentro de unos diez o quince años cuando estos niños alcancen la edad para acceder a la educación superior o para integrarse al mercado laboral.

Los nuevos libros de texto se transformarán en un factor más de desigualdad que frenará a los sectores menos favorecidos económicamente mientras que los egresados de escuelas privadas, con planes de estudio más estrictos, tendrán una clarísima ventaja.

Creo que por más que los sectores conservadores griten “¡comunismo!”, esta es una forma más de estratificar a la sociedad dándole ventajas a los más privilegiados. Si quieres una buena educación, tendrás que pagarla. Adam Smith estaría orgulloso.

Atruena la razón en marcha

Y hablando de advertencias sobre ideologías comunistas, fue impresionante la manera en que los sectores más conservadores lograron atraer la atención utilizando uno de los recursos más antiguos de su arsenal.

Ya he dicho que fui educado en una escuela de muy larga tradición católica y, como tal, me hicieron gran alaraca sobre el fantasma del comunismo.

A base de reglazos en las manos, nos explicaron que existía un imperio del mal que era real y terrible, la Unión de Repúblicas Soviéticas y Socialistas (URSS) así como todo un hemisferio de países satélites donde la vida era muy diferente: no había libertad, todo mundo trabajaba para el estado y —lo peor, según estas enardecidas almas— eran ateos.

Por supuesto que el fantasma del comunismo también sirvió de arma para que países como Estados Unidos hicieran barbaridad y media en cinco continentes en nombre de la “libertad” y también ha servido para que gobiernos locales lo hicieran con sus propios ciudadanos a los que podía reprimir de manera impune con el pretexto de salvarlos del comunismo ateo.

Basta ya de tutela odiosa

—¡Ya me salió comunista y chairo este pobre juntapalabras! —se han de estar imaginando algunos de mis pocos, pero asiduos lectores. No, no es cierto, la verdad es que soy un auténtico enemigo de los sistemas en los que todo el poder descansa sobre una o unas pocas personas.

Lo que realmente me molesta de todo este asunto es el hecho que una televisora haya dedicado prácticamente todo su tiempo de noticiarios para que sus cabezas parlantes gritaran “¡¡comunismo!!” como si se tratara de señoras persignadas del Bajío.

Fue una técnica cruda y burda lo de revivir un miedo de larga data, de darle a las derechas más radicales un punto de agarre para comenzar a espantar con ese petate del muerto y acusar a un gobierno que tiene todos los defectos posibles, menos el de ser de izquierda.

Fue un ataque muy burdo pero que consiguió el objetivo de sacar del interés público algo que se estaba transformando en un auténtico dolor de cabeza para el gobierno.

¿Ya se acordaron de que una señora “X” andaba en plan respondón con el presidente?

Creo que ese es el gran problema. Salvo raras excepciones, la mayoría de los niños ni caso hace a sus libros de texto y menos si estos son largas peroratas sin sentido práctico a la vista. Tal vez lo estudien para pasar el examen pero, como están las cosas, ni siquiera les van a hacer exámenes ya que estos son “un invento del neoliberalismo para fomentar la meritocracia y la desigualdad”.

Los niños quedarán igual de burros que cuando entraron, pero eso sí, volvió a ocurrir lo que siempre pasa con estos asuntos: todos bailando al ritmo marcado por el presidente.