Historias de dragones
Una de las explicaciones a la presencia de los dragones en las leyendas de tantas culturas es que esta criatura representa una mezcla de los animales que aterrorizaban a nuestros antepasados que vivían en los árboles.
Y podría ser cierto: una bestia que es en parte serpiente, en parte águila y en parte león, con el plus de arrojar fuego, puede ser toda una fuente de terror además de un inmejorable símbolo de fuerza y de poder.
Los dragones han aparecido en historias, leyendas, escudos y banderas nacionales además de ser una de las partes esenciales de la mitología; desde los rudos hombres del norte hasta los sofisticados mediterráneos tenían leyendas que los primitivos cristianos no dudaron en copiar y adaptarlas a sus necesidades.
¿Quién me explica las razones por las que San Jorge tenía que haber luchado contra un dragón?
El caso es que nosotros, las generaciones de la era de la información, de Internet y de las comunicaciones instantáneas. Los que sentimos que somos las personas mejor informadas de la historia de esta pobre pelota espacial a la que llamamos Tierra, tampoco podemos evitar caer en la fascinación por los dragones (y otras cosillas).
Incesto y dragones
Con un glorioso 85 por ciento de opiniones positivas, tanto de críticos como del público en general, esta serie demuestra que una de las mejores decisiones que haya tomado HBO fue la de haberle apostado a la serie de novelas de “Game of Thrones”, a pesar de que el muy vago de George R. R. Martin prefiera estar gastándose los costales de dinero que le dieron en vez de ponerse a escribir, de una vez, el último tomo como dios manda (¡maldita sea!).
El universo que creó ha demostrado ser ampliamente redituable y ha logrado pasar con todos los honores esa prueba que parece sencilla pero que tantas bajas ha causado, que es la de colocar un spin-off que genere tanto interés como el material original.
Hay que decirlo, antes de dedicarse a verse el ombligo, George R. R. Martin fue capaz de crear un mundo muy complejo el cual describió con suficientes novelas para que los directivos de HBO puedan comprarse cada uno un yate y navegar las aguas de la inmensa alberca de su yate más grande.
Los números son espectaculares: 10 millones de personas en 61 países vieron el primer capítulo el día de su estreno, la mayor audiencia jamás lograda por un primer capítulo en HBO; el domingo 21 de agosto “House of the Dragon” fue trending topic en Twitter y obtuvo más de dos millones de búsquedas en Google.
Claro que los ejecutivos de HBO supieron mover sus fichas: para la producción de la serie presupuestaron 200 millones de dólares y en pura mercadotecnia le invirtieron otros 100 millones. Game of Thrones “apenas” costó 100 millones por temporada.
Elfas y afrohobbits
Y para competir en el terreno de dragones y fantasía medieval, el único que se atrevió fue Amazon. Compraron los derechos del Señor de los Anillos y ahora tienen que hacer que la inversión reditúe.
Lo penoso del caso es que la empresa de Jeff Bezos le invirtió 465 millones de dólares para realizar la serie completa de ocho capítulos. Todo parecería indicar que el éxito de la trilogía original aunada a la de la precuela “The Hobbit” lo garantizaría, sin embargo, no contaron con los “puristas”, personas que han autoimpuesto la misión de transformar al fandom de series y películas en verdaderos infiernos en la tierra.
Autoerigidas autoridades que, por que creen que son muy conocedores de un “mundo” cinemático, se sienten con la capacidad de despreciar todo aquello que rompa, aunque sea de la manera más mínima, los dogmas de sus pequeños mundos.
A estos tóxicos guardianes de la pureza les cayó como un orco el hecho de que los productores se atrevieran a incluir personas de razas y sexos diferentes a los especificados por J. R. R. Tolkien.
Al parecer esta nueva propuesta fue demasiado “liberal” y causó retortijones a todos estos puristas pero, además, la serie sufre ―según aseveran muchos críticos― de un argumento muy débil a pesar de haber logrado una estética espectacular.
El caso es que entre acusaciones de herejía y críticas a un argumento que apenas es un anexo de la novela original, la serie no pudo alcanzar el éxito ante los fanáticos del universo Tolkien.
Esta precuela del Señor de los Anillos logró un terrible desempeño en Rotten Tomatos que, aunque mantiene un presumible 84 por ciento por parte de los críticos, el público apenas le da un 39 por ciento.
Indudablemente un tema que da para analizar números y causas: dos franquicias que podríamos considerar prácticamente en la cima e imbatibles; dos productos muy similares (precuelas) sin embargo, dos desempeños absolutamente dispares.
Queda muy claro quién gana el pleito en este verano de dragones.
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