Como muchos ya lo deben de haber deducido por mis textos de corte precámbrico, yo pasé mi niñez en la década de los setenta, época en que comencé a tener conciencia de lo que ocurría a mi alrededor a nivel mediático.
En ese entonces descubrí algo que en ese momento me dejó perplejo: existían películas para adultos; no todo era Walt Disney. Cuando preguntaba a alguno de mis padres sobre el tema de esas cintas la respuesta casi siempre era evasiva: “cosas de adultos” me decían y, por supuesto, eso excitaba aún más mi imaginación.
Miraba detenidamente la sección de cine del periódico, cosa que no era muy edificante para un niño de unos diez años, y aún más curiosidad me causaba ese mundo de “películas de adultos” de las cuales todos los grandes hablaban, pero de ninguna forma me explicaban de que traban.
“La naranja mecánica”, “Taxi Driver”, “Atrapado sin salida”, “La fuga de Logan” y un sinnúmero de títulos que a mí me parecían sumamente atractivos con líneas como “La película prohibida de…” o “Mundialmente controvertida…” pero que estaban escondidas tras el velo con el letrero “Para adultos”.
Cuando llegué a la edad en que era posible verlas me enfrenté a otro obstáculo: no estaban tan fácilmente disponibles. En esos entonces no había Netflix ni Blockbusters, por lo que conseguir una película para las incipientes videograbadoras era muy difícil así que uno tenía que tener paciencia.
Gracias a esa afición a la lectura que tengo, pude adelantarme un poco. Mi padre también era asiduo lector y gracias a él tuve acceso a todos los best-sellers de los sesentas, setentas y ochentas, por lo que en el enorme librero de la casa localicé una copia de “El Padrino” de Mario Puzo el cual me puse a leer de inmediato.
La película la pude ver muy poco después, gracias a un sistema de “videodiscos” que no sé de dónde fue a sacar mi papá; también era un buen fanático de la tecnología y de repente nos sorprendía con este tipo de cosas.
Esos videodiscos tenían una calidad muy superior a la de las cintas de video de la época por lo que pude ver la cinta con una buena calidad, aunque de ninguna manera cinematográfica.
Aquel dispositivo era exactamente igual a éste
La película siempre se me hizo muy buena y la secuela supo mantener el nivel; de hecho, ambas podrían considerarse una sola pieza más acorde con la novela, eso sí, de muy larga duración. Mi pasión por este tipo de películas me llevó más adelante a leer mucho sobre “El Padrino” y la historia de su filmación. De hecho, la versión comentada por Francis Ford Coppola del DVD es sumamente interesante.
Es por esto que, de inmediato me hice fanático de la serie de Prime Video de Amazon, “The Offer” que recorre, de una manera muy acertada, la titánica tarea de conjuntar a las divas creativas con los oscuros intereses corporativos y llevar el proyecto a feliz término.
La serie alcanza niveles inimaginables; por ejemplo: una de las cosas que hizo Coppola fue armar un “cuaderno de producción”. Para ello deshojó la novela y pegó cada página en papeles recortados más grandes para así poder acotar sus observaciones y apuntes en los márgenes. En el primer capítulo vemos de manera muy clara como el personaje que representa a Coppola está recortando las hojas para pegar las páginas y, a lo largo de toda la producción, vemos como carga con el cuaderno para todos lados.
Para todos los fanáticos de la Película, el dichoso cuaderno es una especie de cáliz sagrado. Aquí podemos ver al propio Coppola comentar sobre la forma en que lo hizo y lo utilizó.
Se ve que los que realizaron la serie también son fanáticos de hueso colorado debido a la forma en que colocaron detalles que para muchos pasan inadvertidos.
El cine y las series como arma de marketing
Lo interesante de todo este tema es que gracias la serie la franquicia de El Padrino ha sentido un renovado interés tanto por parte de la vieja guardia así como los más jóvenes que, en la mayoría de los casos, la conocen solo por memes o referencias.
Quienes ya la habían visto, con gusto le entramos a verla bajo la óptica que nos dejó la serie. El tremendo esfuerzo que tuvo que realizarse para llevarla a cabo y como, gracias a esto, se transformó en uno de los más grandes éxitos del cine de Hollywood al grado de que ya está incluida en las listas de las mejores películas de la historia.
Esta es una forma muy interesante que algunos productores han encontrado para dar nueva vida a grandes productos que, a pesar de su peso específico, tienden a ser olvidados por las nuevas generaciones.
Algo muy similar a lo que ocurrió con las películas sobre Freddy Mercury y Queen, Elton John o, algo que precisamente el día de hoy está muy de moda, Elvis Presley.
Para quienes hoy detentan ese tipo de contenidos, este tipo de boost mercadológico, es una propuesta imposible de rechazar.
Está documentado, tanto en Spotify como en YouTube, que hubo un aumento dramático en las reproducciones y que alcanzaron, en algunos casos, nuevos récords. Ojalá y pudiésemos conocer si hubo algún incremento en las películas de “El Padrino” en las plataformas en que se encuentra disponible gracias a la transmisión de “The Offer”.
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