A fin de incrementar su pequeña participación de menos del 4% en el competido mercado de softwares para videollamadas, dominado por Zoom, Google y Microsoft, la empresa Cisco está por integrar a su plataforma Webex nuevas funciones, al mismo tiempo que renovó el diseño de su logotipo.
Entre las mejoras incluirá un programa para suprimir el ruido ambiental, así como herramientas para crear encuestas al momento, para así poder generar mayor interacción entre los participantes. Asimismo, incluirá una función para ajustar el encuadre de las cámaras, con el objetivo de mostrar más a detalle las expresiones faciales y gestos de las personas. Y como un valor adicional, la empresa declaró que el costo de este servicio sería 40% menor al adquirirse como parte del paquete remote work, en lugar de hacerlo por separado.
Quizá estas acciones contribuyan a impulsar a la marca Cisco en el terreno de las conferencias telefónicas. A pesar de haber salido evaluada como una de las mejores y más robustas propuestas al inicio de la pandemia, sus competidores ya habían logrado posicionarse entre los usuarios por su cercanía con el consumidor promedio ya que, mientras Cisco se percibía como una plataforma compleja y especializada, ya había marcas que vivían en el cotidiano de los usuarios promedio.
Para no quedarse atrás, las otras compañías también preparan algunos cambios. Tal es el caso de Apple, que contará con una versión de FaceTime para Android y Windows. Facebook, por su parte, contará con la función Watch Together en la que se pueden compartir videos de las redes sociales mientras se mantiene una videollamada colectiva.
La competencia entre estas marcas y sus esfuerzos por innovar traerán sin duda grandes beneficios a los usuarios. Sin embargo, aún existen quejas generalizadas por parte de muchos, a causa de fallas técnicas, así como por deficiencias en la calidad de audio y video, por lo que quizá esas compañías deberían enfocarse primero en mejorar las funciones básicas, antes de proponer nuevas.
Y… ¿después de la pandemia?
La pandemia que en 2020 nos tomó por sorpresa a todos, orilló al mundo entero a encerrarse en sus casas y con ello, las actividades laborales, educativas y sociales tuvieron que realizarse de maneras alternativas. Por ello no tardó en popularizarse el uso de plataformas para realizar videoconferencias, que ya existía pero que no tenía un uso optimizado.
A más de un año después y con la llegada de las diferentes vacunas, se habla cada día más del posible regreso a la normalidad y con ello el paulatino retorno a oficinas y aulas, con lo que algunos auguran que el boom de dichas plataformas habrá llegado a su fin.
En contraste, otros piensan que, aunque muchas cosas volverán a ser como antes de la pandemia, habrá muchas otras que llegaron para quedarse como parte de la llamada “nueva normalidad”… ése es precisamente el caso de las reuniones remotas. De hecho, según Markets and Markets, el auge en este mercado se mantendrá varios años después de la pandemia, tanto que se calcula que para 2026 dicho sector tenga un valor de 22 mil 500 millones de dólares.
Si algo nos enseñó esta contingencia, fue que nada es completamente seguro y por más que hagamos planes, siempre pueden pasar imprevistos. También nos recordó la condición tan vulnerable de la vida y que pocas cosas son tan imprescindibles como creíamos y con ello, también nos referimos a muchas actividades del trabajo presencial… como las juntas.
Juntas para hablar de la anterior junta… y de la próxima.
Si lo pensamos bien, pocas actividades del trabajo requieren la presencia indispensable de todos. ¿Cuántas reuniones presenciales que tuvimos en el pasado pudieron haber sido resueltas con una videoconferencia… o con una llamada… o con un mail… o con un simple Whatsapp? La mayoría, a decir verdad.
Según un artículo en Sloan Managment Review del MIT, el ejecutivo promedio gasta 23 horas a la semana en reuniones de trabajo, mismas que generan muchas veces nuevas reuniones, más que soluciones.
Y si bien es cierto que desde hace años muchas compañías ya practicaban el home office al menos unos días a la semana, también es cierto que otras empresas nacionales, de pequeñas a medianas y de estilo tradicional, estaban renuentes a adoptar este sistema, quizá por miedo a una infundada rebelión godín*, a pesar de que representaría un ahorro en energía eléctrica, papelería y renta de oficinas así como para los empleados un importante ahorro de tiempo, dinero y esfuerzo que invierten en transportación y comida fuera de casa.
*Nota al calce: si nos lees desde fuera de México, el término “godín” se utiliza en la República Mexicana para describir a las personas que trabajan en una oficina con un horario establecido (generalmente de 9 a 18 horas).