Whatsapp es –para mí- una herramienta esencial de comunicación para mi conveniencia. Lo uso con mis clientes, mi familia y mis amigos. Es una maravilla que puedes estar en contacto permanente sin prácticamente interrumpir lo que estás haciendo. Y enterarte de todo y hasta dar respuesta en el momento que más te convenga.
Yo no sé si alguien se imaginó los alcances que iba a tener. Quizá no pensaron que una caída de la plataforma podía provocarnos un semi-infarto global a todos sus usuarios. Tampoco sé si estaba previsto que podría sustituir al teléfono y que ahora la voz sea por excepción.
Lo que sí sé es que esta forma de comunicación llegó para quedarse. Por ello, debemos de ser cuidadosos en su uso para no terminar reventándola por abuso. Así es como ha sucedido –por ejemplo- con Uber o con Airbnb.
La comunicación por medio de whatsapp es PERSONAL. No me interesa recibir tus mensajes comerciales, aunque yo misma te haya dado mi número. Antes de enviar cualquier tipo de mensaje publicitario o agregarme a un grupo, lo menos que espero es que me pidas autorización. Te di el número confiando en ti, es información confidencial, y espero que le des un tratamiento pertinente y discreto, sin abusos.
Al ser comunicación personal. También debemos tomar en cuenta algunas consideraciones:
- No se vale espamear; ya que no todos tienen la misma capacidad en sus equipos. No podemos asumir que pueden aguantar cualquier archivo y mucho menos si quieren recibir archivos que no han solicitado. Tengo 2 que 3 contactos que quiero mucho pero que he tenido que bloquear por su imposición. No hay que arriesgarse.
- Nuestro momento no es, necesariamente, el momento de la otra persona: nos quejamos de que nos dejan en ‘visto’, y hasta pensamos que nos están ignorando, pero lo que no sabemos es si el receptor (1) quiere contestar en ese momento o necesita pensar su respuesta (2) si ya se dio por enterado, pero está ocupado o en medio de algo y quiere contestar cuando se desocupe.
- Aunado al punto anterior, los mensajes grabados: en verdad son una impertinencia tamaño descomunal. Puede ser que a ti te urja algo y mandes un mensaje de voz para apresurar el envío. Lo que no sabes es si la otra persona está, por ejemplo, en una junta o una conferencia, y podría contestarte de inmediato si pudiera leer tu mensaje, pero no puede interrumpir su evento para poner el altavoz ni ponerse los audífonos. No, por favor: evita los mensajes grabados.
Es claro que cuando tenemos al alcance una herramienta amigable de comunicación queremos aprovecharla al máximo. Pero antes de instrumentar nuestras estrategias debemos preguntarnos si a nosotros nos gustaría que nos mandaran lo que nosotros estamos mandando. Pensemos en esos momentos incómodos en que nos ha llegado algo que fue totalmente inoportuno… ¿eso queremos para nuestro receptor?
No olvidemos que el telemarketing se murió por su impertinencia. Querer llamarnos a nuestra casa a las 9 de la mañana en domingo a alguien le pareció una buena idea desde su escritorio, pero no desde nuestra cama. #PutAttention
Y –por cierto- FELIZ 2018. Que sea un gran año, lleno de nuevas y excitantes experiencias.