Premio Nobel a la depresión
Dice la historia que una hermosa mañana, parisina y decimonónica, se encontraba un famoso industrial sueco desayunando mientras leía uno de los diarios locales en cuya primera plana se informaba:
“El mercader de la muerte, ha muerto.
Alfred Nobel, que se hizo rico encontrando nuevas formas para matar más gente de manera más rápida, murió el día de ayer”.
La nota estaba equivocada ya que era el propio Alfred Nobel quien leía ese obituario; los redactores del periódico se habían confundido con la muerte de Ludvig Nobel, el hermano, y proclamaban su muerte a los cuatro vientos.
Por supuesto que leer eso deprimió al señor Nobel, un ingeniero de exitosa trayectoria con decenas de lucrativas patentes entre las que se encontraba la producción de la dinamita así como procesos metalúrgicos para fabricar mejores cañones.
El hecho de que su supuesta muerte fuese tomada como una noticia positiva por los medios y la gente, lo hizo reconsiderar lo que sería su herencia y legado. Llegó a la conclusión de que no quería ser recordado de esa manera y tomó la decisión de crear la fundación que hoy lleva su nombre para otorgar premios a los avances de la humanidad, incluyendo la paz.
Por supuesto que no tengo que explicar que éste fue el origen de los Premios Nobel.
Mala hierba…
La noche del sábado cierto funcionario del actual gobierno vivió un momento similar al que tuvo Nobel hace casi 150 años, cuando se dio cuenta que había mucha gente encantada ante la posibilidad de ir a echar un buen zapateado sobre su tumba.
Me refiero a Alejandro Gertz Manero, Fiscal General de la República, cuya muerte fue objeto de grandes especulaciones en redes sociales luego de que algunos medios de dudosa credibilidad “volaron” la nota.
Más allá de correcciones y respetos, fue impresionante la cantidad de personas que se regocijaron por la supuesta muerte. Gertz Manero tiene una merecida fama de voltear y torcer la ley para sus propios fines, además de la muy notoria afinidad al gobierno actual. Para muchos es la encarnación del político corrupto y sin escrúpulos.
Tuiteaba yo el propio domingo, elucubrando sobre lo que podría sentir y pensar una persona luego de saberse tan aborrecida por tanta gente. A Nobel esa sensación le hizo invertir su fortuna en instituciones que tratarían de revertir en algo el mal que había causado…
¿Qué puede pasar por la cabeza del fiscal?
Tal vez podamos argumentar que Twitter no es todo México, sin embargo, el tema fue tan llevado y traído que el propio presidente habló de éste en su programa matutino del lunes.
El lado oscuro de la idiotez
Cambiando de tema, pero aún dentro de la estupidez colectiva que algunos llaman “trendig topics”, me llamó mucho la atención esa demostración de que a la gente le gusta hablar y emitir su docta opinión aun sin tener ni la más mínima pista de lo que está hablando. Esta vez por cortesía de un grupito de derechistas y correctitos que casi les da el soponcio por una tarugada.
Resulta que el disco “The Dark Side of the Moon” de Pink Floyd cumplió 50 años, por lo que la banda anunció un box-set especial para conmemorar el quincuagésimo aniversario de su lanzamiento. Un álbum que fue todo un acontecimiento y que hasta la fecha está considerado como uno de los más grandes eventos musicales del siglo veinte.
La caja incluye discos LPs, CDs, DVDs, material gráfico y mucha parafernalia relativa al disco y al concepto original.
(Mi cumpleaños es en poco más de un mes, por si no saben que regalarme)
El caso es que una de las primeras acciones en las cuentas de Pink Floyd de redes sociales, fue cambiar las fotos de perfil por un logo diseñado de forma exclusiva para la celebración:
Pues resulta que estas criaturas, tan inocentes como cándidas, pero a la vez tan defensoras de la familia, de la moral, de las buenas costumbres y los esfínteres ajenos, se escandalizaron con el arcoíris en el cero y pusieron el grito en el cielo.
Tacharon al grupo y a los CMs de ser veletas que nada más giran en torno a lo que “está de moda”, que todo era parte de ese gran complot mundial que quiere imponer la agenda de género y que está tratando que todos los hombres machos alfas, lomos plateados, bien masculinos sean obligados a casarse con la reina del carnaval LGBT.
Por supuesto que se dieron las clásicas amenazas de “nunca jamás volveré a comprar algo del grupo” (malas noticias, llegan 45 millones de copias tarde) y hasta exigencias de que también colocaran íconos relativos a otras preferencias sexuales.
Como casi siempre ocurre con estos individuos, quedaron como auténticos imbéciles, luego de que fanáticos del grupo les explicaran que la portada original del disco incluía un prisma que descomponía la luz en los colores básicos y que era tan viejo como el propio disco, que se remonta a una época en que dichos colores significaban cualquier otra cosa y no asustaban a los puros de corazón.
Lo más jocoso de todo es que el timeline pronto se llenó de seguidores de la banda burlándose y colocando textos satíricos, al grado que comenzó a ser difícil distinguir a los serios de los bromistas, como el caso de un londinense llamado Paul Nazarkardeh, quien publicó esta joya:
No puedo creer que Pink Floyd se haya hecho woke. A partir de hoy sólo escucharé a estos artistas británicos: Queen, David Bowie, Elton John, George Michael, Judas Priest, Morissey y Ritchie Blackmore’s Rainbow
Hay que decirlo, si nunca viste la portada original de este disco y te atreves a transformar uno de los más grandes íconos musicales en una teoría de la conspiración, es que no tienes ni la más repajolera idea.
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Interesante fin de semana y, para seguir la conversación de redes y temas de actualidad, te invito a seguirme en Twitter donde soy @areygadas. Por cierto, la imagen de Alfred Nobel que ilustra esta columna fue generada con Inteligencia Artificial.