Yo recuerdo que en mis tiempos universitarios a estos personajes que en la era digital les llamamos influencers se les denominaba como “Líderes de Opinión”. Y aunque en esencia su función es la misma, la cantidad, los usos, diversificación y alcance de los personajes ha evolucionado –sobre todo con las redes sociales- de una manera exponencial. Pero cuidado, no todo lo que brilla es oro.
¿Quiénes son influencers, influyentes o influenciadores?
Los influencers son internautas que a través de sitios, blogs o redes sociales, han adquirido la capacidad de afectar las decisiones de compra de otros debido a su autoridad, conocimiento, posición o relación real o percibida. Un influencer no necesariamente tiene que ser un tipo de celebridad, periodista o blogger. Él o ella, pueden ser personas comunes con las conexiones correctas y la atracción social necesaria. Es posible –y se da en nuestros tiempos- que las personas no confíen mucho en las marcas, pero, y de acuerdo con estudios, el 90 % de los consumidores cree en las recomendaciones de marca que puedan darle sus amigos y/o comunidades.
¿Confiar en un influencer para la empresa?
Si se tiene el presupuesto, por supuesto que sí. Nosotros, dentro del grupo de empresas que tenemos, manejamos MyMuuk que se dedica al desarrollo de estrategias de Influencer Marketing. Y con muy buenos resultados hemos hecho campañas para varias marcas. Sobre todo, es un recurso ideal para PyMES. La plataforma cuenta con más de 3.5 millones de seguidores divididos en micro influenciadores que no tiene millones de seguidores. Pero el contenido que crean es auténtico. Generan conversación creíble al comparase con un contenido patrocinado o de una celebridad.
Obvio y como menciono al principio del párrafo, si se cuenta con presupuesto, resulta productivo contratar a influenciadores reconocidos siempre y cuando cubran el perfil de mercado que buscamos para la marca. Si acertamos –es aquí donde entra el análisis, la estrategia y el presupuesto- con la elección del influencer y el segmento o la comunidad a la que queremos que llegue nuestro mensaje, la rentabilidad puede ser muy elevada. Un influenciador ‘humaniza el mensaje’. Por muy bueno que sea un anuncio, no deja de ser una herramienta comercial y los usuarios de la red lo saben. Sin embargo, el mensaje de un usuario de internet en el que confiamos (aunque no deje de ser un anuncio) tiene un componente más humano y puede ser mucho más efectivo de cara a promocionar un producto o un servicio.