Recientemente se lanzó un comercial que ha generado intensamente infinidad de comentarios, tanto a favor como en contra. Polémico, pues.
Parece ser que los publicistas y los anunciantes del vodka Belvedere se pasaron por alto (o simplemente ignoraron) que no cualquier persona tiene la gracia ni la habilidad para bailar.
Y como Daniel Craig es una estrellaza en estos momentos, pues decidieron ponerlo a bailar cuando, simplemente, no se le da.
El hombre tiene un porte envidiable, una personalidad arrolladora y un carisma inigualable… pero no baila. Y aún así, produjeron un comercial que seguramente es uno de los más costosos de este año.
Resulta que apenas se había lanzado y ya se le estaba señalando como el comercial de mejor factura y el que más posibilidades tiene para arrasar en premiaciones globales.
Lo que más ha destacado en las reseñas es la dirección a cargo del afamado productor, escritor, actor y director neozelandés Taika Waititi, quien tiene en su haber un Oscar, 82 premios y 100 nominaciones, entre otros muchos reconocimientos (impresionante).
En algunas de las publicaciones que han comentado acerca de esta producción se ha destacado que el señor Craig ha superado aquel clásico videoclip de Fatboy Slim que protagonizó Christopher Walken, reconocidísimo actor y gran bailarín, y la mera verdad es que me parece un desacierto.
Según yo, no hay comparación, pero el gusto se rompe en géneros.
Esta comparación me hizo recordar aquellos años en que se hacían inconcebibles comparaciones entre Angélica Vale y Alejandra Guzmán.
Como hija de dos artistas afamados (un cantante-imitador-comediante y una actriz cantante), a la primera también se le forzó a bailar, cuando heredó otras gracias menos la de bailarina, y tenía la gracia de un muñequito de cuerda, toda rígida y estudiada, al grado de que casi hasta le podías ver cómo contaba en la mente five-six-seven-eight para dar su siguiente paso.
La segunda, también hija de dos artistas (un cantante-actor y la admirada fundadora de la dinastía Pinal), el baile y la chispa se le da desde chiquilla con sólo respirar, con una soltura y espontaneidad envidiables, aunque todo esté coreografiado y ensayado para que se vea natural.
Seguramente el comercial de Belvedere va a arrasar con aplausos y loas de la industria publicitaria (tendrá que desquitar sus altos costos), pero a mí -francamente- no me terminó de gustar, como ya te habrás dado cuenta. Y seguro a muchos les parecerá un desperdicio y coincidirá conmigo.
Tú, ¿de qué lado estás? Coméntame acá abajo o ven a Twitter y platiquemos en vivo.
#BailaConGracia