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El elefante no anda en burro: Las encuestas rumbo a noviembre

Hace un par de años seguía un discurso del presidente Obama por CNN. Se trataba de una reunión con hombres de negocios en un hotel de Nueva York. Fiel a su sentido del humor, Barack Obama bromeó con los presentes en más de una ocasión. Primero, antes de salir al atril, se escuchó la voz en off del presidente haciendo comentarios cómicos sobre un malestar estomacal que lo aquejaba–como si tuviera un micrófono escondido y aún no se percatara de ello–; de pronto se escuchó que el presidente jalaba la cadena del baño, haciendo reír a todo el auditorio. Apareció en escena. Los aplausos aderezaron la hilaridad de su presentación. De ahí en adelante, todo el discurso parecía sacado de un talk show con tintes políticos.

Entre los presentes, se encontraba Donald Trump. Obama, siguiendo el hilo de su discurso, bromeó sobre las entonces lejanas –e improbables– aspiraciones presidenciales del empresario norteamericano. Cito al presidente de memoria: “¿Se imaginan ustedes que Donald llegara a la presidencia de los Estados Unidos? Por primera vez, la Casa Blanca tendría su propio reallity show.”. Hoy por hoy, aquel chiste transmuta en una realidad más tragicómica que seria.

Encuestas

Soy de ésos que piensan que Trump es más palabras que acciones; puedo estar equivocado (roguemos porque no sea así).

La semana pasada, revisé las encuestas del New York Times para constatar una incómoda realidad: Donald Trump era el preferido. El sondeo realizado por vía telefónica, destacaba la probable caída de la ahora candidata demócrata gracias al escándalo que estalló por el mal uso de su correo electrónico personal durante su labor como secretaria de Estado. Equívoco del que Trump se ha colgado, exigiendo ahora que hackers rusos intervengan el mail de Clinton para desenmascararla.

En las últimas dos semanas se llevaron a cabo las convenciones del partido republicano y demócrata en donde se destaparon oficialmente los contendientes de las próximas elecciones de noviembre. El mundo fue testigo de grandes discursos y errores terribles: El recuento de las ideas ultraconservadoras de Trump; el supuesto plagio de Melania; la emotividad y la grandeza retórica de Michelle; el perfil enmascarado de Hillary; el apoyo del expresidente Bill Clinton; las prevenciones de Barack Obama.

Después de estos eventos, Trump se perfiló, durante dos días, en el puntero de la encuesta realizada por CNN/ORC. Con una preferencia de 44% frente a 39% de Hillary, Trump se mostró como el candidato predilecto del pueblo estadounidense con una diferencia porcentual que iba de entre cuatro a seis puntos, según las encuestas de ese momento.

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Es cierto que la influencia de los llamados “swing states” será determinante a la hora de definir al presidente por parte de los compromisarios del Colegio Electoral.

Por ello aún persiste la esperanza de que los estados indecisos elijan a representantes con tendencias demócratas que puedan favorecer a Hillary Clinton el próximo 8 de noviembre. Según The Washington Post, algunos de los estados pendulares podrían convencerse por los otros dos contrincantes –casi invisibles– a la presidencia norteamericana: Jill Stein, por parte del Partido Verde, y Gary Johnson, por el Partido Libertario. Aunque esto se vea improbable, el hecho encaminaría a la exprimera dama hacia la derrota. Lo que puede salvar a la candidata demócrata es ganarse el privilegio del voto de estos estados. Como lo hizo Barack Obama en el año 2012.

Reviso las encuestas que se publican al arrancar agosto para encontrar, en algunas, un empate técnico entre los dos contrincantes.

Por otro lado, algunas dicen que Hillary tiene una ventaja de entre 3 a 6 puntos frente a Donald Trump. Esto tranquiliza a gran parte de la población latinoamericana, aún a sabiendas de que la demócrata no es una monedita de oro, pues ya en el pasado demostró un desacuerdo notable ante el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Existen algunos medios que dicen que Clinton no está siendo otra cosa más que mostrar su lado dulce y agradable para ganarse el voto latino, algunos la han llamado “hipócrita”, otros simplemente se sienten tranquilos de que sea ella quien ahora esté a la cabeza de la preferencia electoral.

Lo cierto es que el miedo no anda en burro, o mejor dicho, el partido del elefante no va a paso lento, pausado, con la pasividad que representa el asno, sino que viene con grandes aspiraciones para derrotar a la candidata del partido del burro. El elefante anda en liebre, sería la mejor figura para representar el actuar del Donald Trump y del arrollador partido republicano. Sólo el tiempo lo dirá, sigamos al pendiente de las encuestas rumbo a la Casa Blanca.

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