Últimamente, las redes sociales parecen un festival de anime en la Friki Plaza. No es para menos: un filtro de IA logra que hasta tu tía Tere toda panista luzca como personaje de El Viaje de Chihiro. Gente, perros, y hasta el tamal del desayuno han sido ghiblificados, desatando un furor solo comparable con los escándalos de Nodal. Pero, as always, en redes “¡hay tiro!”. El mundo del arte, el marketing digital y los usuarios tienen sentimientos encontrados con esta fiebre viral.

La magia del filtro de Totoro como “la polaca”
Para cuando lean esto, verán que el debate sobre el filtro de Studio Ghibli se choteó más rápido que el Tiny Desk de Paco Amoroso y Ca7riel. Obviously, las marcas, influencers y hasta la señora que vende gelatinas han encontrado en esta tendencia una forma de enganchar a la audiencia. Se subieron al tren del mame y la cosa dejo de ser risas y carcajadas.
Por un lado, los usuarios felices porque pueden verse como caricaturas y si algo vende mejor que un 2×1 en chelas, es la nostalgia; por el otro, los artistas -impulsados por los los wokes- se sienten como el PRI en 2018: desplazados y ninguneados. No es para menos, la IA logra en segundos lo que a un ilustrador le toma horas, o años perfeccionar. “El chiste da risa hasta que se trata de mí”.



Aquí el dilema: ¿hasta qué punto es ético usar un filtro que, sin permiso de los creadores originales, calca su estilo? Yo opino que es bueno usarlo porque les da publicidad gratuita a los creadores de Studio Ghibli, pero deja de ser ético cuando los gandallas tratan de lucrar con el estilo.
¿Marketing de oro o metida de pata digital?
Las marcas que se subieron al tren tienen dos caminos: volverse virales por su ingenio o caer estrepitosamente por no leer bien el contexto. En el mejor de los casos, las empresas que usan este filtro con creatividad pueden generar tanto engagement, como cuando tu crush por fin te responde con algo más que un “jaja”. Pero en el peor, pueden terminar canceladas por apropiación indebida del arte, como cuando una taquería hipster decide cobrarte 300 pesos por un taco de suadero con “espuma de cilantro” y “reducción de chiles ancestrales”.

Algunas empresas han usado el filtro de forma magistral. Otras, han sido criticadas por explotar un estilo que no les pertenece, provocando el mismo cringe que un político que promete “seguridad y progreso” y termina inaugurando aeropuertos sin vuelos comerciales.
En el mundo digital, la reputación se construye y se destruye en segundos, por lo que jugar con tendencias virales puede ser un arma de doble filo. Ojo ahí, marcas.
¿Nos convertiremos en un Totoro digital o en un meme pasajero?
Más allá del debate sobre derechos de autor y el impacto ambiental, este tipo de filtros nos muestran una realidad: el arte y el marketing están cambiando a la velocidad con la que Karla Sofía Gascón la riega en redes. ¿Será que los artistas tendrán que encontrar nuevas formas de destacar, como los políticos intentando justificar el presupuesto del AIFA? Tal vez. Lo que es seguro es que esta fiebre pasará, pero no será la última.

Por ahora, la gente sigue compartiendo sus versiones ghiblificadas con el mismo entusiasmo con el que los mexicanos discutimos sobre la mejor taquería. ¡Lo celebro! ¡Hay memes muy buenos que revivieron! Y al final, mientras la creatividad siga fluyendo—ya sea a mano o con IA—, el arte seguirá encontrando su camino. Así que, si te quieres ver como protagonista de un anime, aprovecha antes de que esta moda pase y nos agarre el siguiente escándalo viral, pero con congruencia. Porque, si algo nos ha enseñado Internet, es que todo es cíclico como los regresos de Luis Miguel.
Así que avíspate, porque si te descuidas, tu próxima foto de perfil podría parecer más sacada de La Rosa de Guadalupe que de Mi Vecino Totoro. 😏