Hace algunas décadas era impensable no contar con servicios de mensajería. No existía el fax, ya ni hablar de internet ni de contar con equipos de cómputo para uso común. Solamente algunas empresas contaban con un cuarto completito de unas computadoras que parecían roperos, con unas cintas dando vueltas incansablemente e interminables tableros de centelleantes lucecitas que asemejaban a una inmensa y desconocida galaxia.
Imágenes y fotografías, minutas de junta, textos publicitarios, facturas, cheques… todo tenía que entregarse físicamente. Las ciudades estaban llenas de ciclistas y motociclistas, no por hipsterismo ni por consciencia ecológica, sino por la infinidad de mensajeros que iban y venían, llevando y recogiendo todo lo que se necesitaba para el funcionamiento de los negocios. Los mensajeros de las oficinas se organizaban por rutas y por turnos. Y hasta había por áreas y/o departamentos.
Poco a poco llegaron a México servicios como DHL y FedEx, y resultaban novedosos y a veces inalcanzables. Los taxis de sitio empezaron a ofrecer entregas, pero nadie confiaba. Era mejor el mensajero de casa.
Con la llegada del fax, avanzamos un pasito. Parecía una excelente solución a distancia, pero la calidad de la impresión térmica era inaceptable en cuestiones publicitarias. Los mensajeros seguían teniendo trabajo y las empresas de mensajería se multiplicaban.
Y de repente nos cayó encima la era digital y todos los traslados se redujeron significativamente. Los mensajeros tuvieron que evolucionar o desaparecían. Se convirtieron en auxiliares de algo, o en mil usos de todo.
Las empresas de mensajería siguieron creciendo, aunque más bien desarrollándose para entregas foráneas e internacionales. Algunas sufrieron reducciones que las atemorizaron y otras tantas se diversificaron o reinventaron.
Pero la era digital trajo algo más implícitamente. Nos trajo el comercio electrónico, haciéndonos muy felices como consumidores y provocando un resurgimiento del servicio de mensajería.
Actualmente no podemos concebir la venta de productos sin estas empresas de entregas. Amazon le come el mandado a grandes consorcios de autoservicio y tiendas departamentales. Las pymes encuentran un canal de distribución que les viene a inyectar un respiro vital de oxígeno. Y los visionarios de negocio buscan alternativas de crecimiento en línea.
Si bien todavía una importante proporción de consumidores tiene dudas acerca de las compras por internet, esto es imparable. Los que ya descubrimos en el e-commerce este placer casi culposo de comprar lo que se te ocurra a las 4 de la mañana y recibirlo al día siguiente, estamos ayudando a propagar esta deliciosa epidemia.