Es sabido que el idioma español es un organismo vivo, dada la diversidad de países, regiones, climas, mezcla de razas, composición social, influencias extranjeras y culturas en las que se emplea cotidianamente.
Constantemente se incorporan en nuestro discurso cotidiano nuevas voces y modismos.
Factores determinantes en esta evolución son el cambio de las condiciones sociales (la pandemia, por ejemplo); el avance de la tecnología; la necesidad de encontrar nuevos términos que describan acciones o situaciones puntuales; la influencia de medios de comunicación internacionales (el internet o los canales de televisión de paga) y las condiciones propias de cada sociedad, entre otros motivos.
Una somera búsqueda en internet consigna que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española contiene 88.000 palabras. Y el de americanismos 70.000; pero en este último aparecen muchas variantes que en el diccionario académico ocuparían una sola entrada, tales como: guaira, huaira, huayra, waira, wayra, guayra.
Cabe mencionar que sólo en la última actualización de la versión digital de la RAE se incorporaron 2.557 nuevos términos, entre adiciones de artículos, acepciones y enmiendas.
Para 2021 apareció el vocabulario “pandémico” que adoptamos rápidamente: coronavirus, covid, desconfinar, desescalada o distópico, entre otras llamativas novedades.
Por cierto, distópico fue el término más atípico dentro de ese conjunto, pero la RAE acredita que ha sido una de las voces más buscadas en su diccionario en línea, a partir del denominado “encierro de marzo”.
Términos como: chido, wey, rola o pinche, están totalmente incorporados al habla cotidiana del mexicano; sin hablar de los centro y sudamericanismos que la migración nos ha aportado.
Así, hoy “disfrutamos a nuestros panas”, “tenemos vainas que resolver”, “apoyamos a nuestro equipo en la barra futbolera”, buscamos siempre “ir para adelante”, aprovechamos las ventajas de una situación “globalizada” o, si fracasamos, mejor “damos un paso de costado”.
Todas son expresiones que se repiten constantemente en los medios, y que cualquier ciudadano comprende a la perfección, empleándolas de manera cotidiana.
Y no nos metamos en los terrenos del vocabulario técnico; simplemente gracias al celular todos tenemos “móviles”, “stalkeamos”, “enviamos un re send” y hasta tenemos “mail” propio.
La segunda década del siglo ha sumado, además, un inefable modo de comunicación pleno de metalenguajes, regionalismos y modas pasajeras, entre otros factores, emanados de uno de los fenómenos más exitosos de los medios digitales: Los Influencers.
Para ellos: cualquier viaje es una aventura y su reseña está llena de momentos épicos, plagados de situaciones increíbles. La exageración en su máxima expresión (o la forma sustituyendo al fondo).
Las cosas son así y a ello tenemos que acostumbrarnos en nuestro discurso diario. Aún no sé si es mucho cambio o, como ahora precisan los centenials, ya sea… ¡demasiado!
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