¿Conseguiste boletos para ir a ver a Bad Bunny? ¿No? Además de la infinita fila virtual, quizá para muchos el precio de cada boleto se salía completamente de su presupuesto; otros los consideraban “innecesariamente” costosos; y algunos más pensarán que “cada quien usa su dinero como quiere”. Sin mencionar que habrá personas que les encantaría asistir, pero sus ingresos no se lo permiten. En fin, cada cabeza es un mundo, pero… ¿nuestra postura es coherente o solo la pensamos desde nuestra situación? Deja me explico
Vamos a hacer una dinámica, ¿listo? Quiero que imagines que vas a crear las nuevas reglas de la sociedad: dinero ilimitado para algunos, no tener que trabajar todos los días, cero impuestos… suena bien, ¿verdad?
Pero espera, hay un detalle que no te conté. Vas a diseñar estas reglas sin saber qué lugar vas a ocupar en esa nueva sociedad. Sí, podrías ser un empresario exitoso, un granjero, un lavaplatos, cualquier cosa… pero no sabrás cuál hasta que todo esté decidido.
De pronto, las cosas ya no suenan tan sencillas, ¿cierto? No sabes si serás rico o pobre, joven o viejo, con salud o con alguna discapacidad. Solo sabes que tendrás que vivir bajo esas reglas, sea cual sea tu suerte.
A este ejercicio se le conoce como “el velo de la ignorancia”. El filósofo John Rawls propuso este juego mental para hacernos reflexionar que muchos de los privilegios que defendemos —o que consideramos “justos”— los evaluamos desde nuestra postura actual.
Pero al imaginar un escenario donde no sabemos desde dónde vamos a empezar, nuestras decisiones tienden a ser más equitativas. Elegimos reglas más justas para todos, no porque seamos buenos, sino porque así reducimos la posibilidad de terminar en una posición desfavorable.
El Velo en los precios
Bueno, pero ¿qué tiene que ver esto con el concierto de Bad Bunny? Para algunos, pagar miles de pesos por asistir fue un lujo que pudieron darse sin problema. Para otros, fue un gasto absurdo. Y para muchos más, fue simplemente imposible, no por falta de ganas, sino por falta de ingresos.
Entonces, la pregunta es: ¿diseñarías el sistema de precios de ese concierto de la misma forma si no supieras qué lugar te iba a tocar en la fila de la vida?
¿Seguirías defendiendo la reventa, los precios dinámicos o los “zonas VIP” si no supieras si serías el que puede pagarla… o el que la va a ver desde historias en Instagram de la gente que si asistió?
El velo de la ignorancia nos invita a dejar de pensar solo desde nuestra burbuja. A cuestionar si lo que consideramos “normal” o “aceptable” es justo solo porque nos conviene ahora, o si lo sería también si estuviéramos del otro lado.
Y eso aplica no solo para conciertos, sino para muchas cosas: la salud, la educación, el agua, el transporte… ¿deberían regirse por la misma lógica del mercado aunque algunos no puedan pagarlos?
Estás viendo y no ves
Al final, el velo de la ignorancia no busca que todos ganemos lo mismo o que todo sea gratis. Busca que pensemos en un sistema donde el acceso a lo esencial —o incluso a lo que aspiramos— no dependa únicamente de si naciste con suerte.
Porque una cosa es pagar por un valor real… y otra muy distinta es aceptar precios disfrazados de exclusividad, escasez o estatus, creados por estrategias de marketing que solo funcionan para quienes ya están dentro del juego.
Así que la próxima vez que veas un producto con un precio absurdo, un boleto que parece inalcanzable o una marca que vende “experiencias”… pregúntate: ¿Estoy viendo un precio justo o solo el reflejo de un sistema hecho para otros —desde una posición que tal vez no me habría tocado— si no hubiera tenido tanta suerte?