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¿Fracasó el nuevo etiquetado y la eliminación de personajes en productos procesados?

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Pancho Pantera, Chester Cheetos, Lulú y otros entrañables personajes que nos acompañaron desde la infancia a la mayoría de los mexicanos, fueron despedidos y hoy… están “desempleados”.

No. En esta historia no hubo un Noé que construyera un arca para salvar del destierro al Tigre Toño, al Pato Pascual ni a otros simpáticos animalitos como el Mamut de Nabisco, que hoy ya es una especie en extinción, y todo porque la infancia mexicana estaba en peligro… de extensión.

Como parte de una iniciativa que desde 2020 comenzó a gestarse para reducir el consumo de alimentos y bebidas con alto contenido calórico, las autoridades modificaron la Norma Oficial Mexicana (NOM) 051 para regular el etiquetado de los productos procesados.

Por ello, desde el año pasado se empezó a incluir de manera más clara y visible la información nutrimental en las etiquetas, buscando ofrecer mayor información a los consumidores acerca de la elaboración y contenido de los productos, así como la cantidad de calorías por porción, entre otros datos. 

Esto como parte de una serie de acciones para combatir la obesidad, la diabetes e hipertensión, tal como lo es también la inclusión de sellos octagonales de color negro que indican, a manera de advertencia, si los artículos tienen exceso de grasas, azúcares, calorías o sodio, de acuerdo a los estándares establecidos.

Recuérdame… porque no me verás más.

Aunado a estos esfuerzos, la legislación mexicana también prohibió el uso de personajes animados, caricaturas, mascotas y celebridades que fomenten el consumo de un producto en etiquetas y publicidad, como medida para reducir la obesidad infantil, que en México se mantiene en el número uno a nivel mundial.

Por un lado, esto le permite al consumidor contar con mayor información para tomar mejores decisiones de compra o, en caso de no hacerlo, al menos estar conscientes de ello. Esto también es una medida que contrarresta la publicidad engañosa que detrás de ingredientes percibidos como “saludables” como la avena, por ejemplo, se esconden grandes cantidades de azúcares en barras energéticas que se publicitan mostrando deportistas en un entorno de salud, bienestar y éxito.

Hasta aquí suena bien pero, ¿cuáles han sido los resultados hasta ahora? En realidad, no muchos. Al parecer los refrescos, pan, papitas y demás chuchulucos (como le llamamos en México al conjunto de snacks) siguen siendo parte de los hábitos de consumo de los mexicanos, sin reportarse una disminución significativa. 

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Tan es así, que aun con la adopción de estas medidas, en 2020 Coca Cola fue la marca más consumida por los mexicanos, con presencia del 97.7% de los hogares en el país, seguida de cerca por Bimbo que, dicho sea de paso, logró mantener a su emblemático osito en varios de sus productos libres de sellos, ya que dicha legislación solo aplica para productos que sí los presenten.

¿Exceso de paternalismo?

Aunque quizá en el fondo las intenciones parecen buenas, parece que amedrentar, prohibir deliberadamente el consumo de ciertos productos u 

obligar a adoptar ciertos hábitos alimenticios no han funcionado mucho.

Basta con recordar que en 2013, buscando dar una solución para reducir los problemas de hipertensión derivados en parte por el alto consumo de sal, las autoridades del entonces Distrito Federal (ahora Ciudad de México) aprobaron una iniciativa para retirar los antes omnipresentes saleros en las mesas de los restaurantes, de tal manera que no estuvieran en al alcance de la mano. Sí, tal y como a los niños pequeños les esconden el frasco de galletas en la gaveta más alta de la alacena para que no lo alcancen, o al menos, les cueste más trabajo llegar a ellas. El resultado de este otro esfuerzo (esfuerzo para quienes tenían que pedir o pararse por la sal) tampoco ha sido muy claro, más allá de la tranquilidad de los chefs más celosos de sus recetas. 

De igual forma, el año pasado se aprobó una iniciativa en el estado de  Oaxaca para prohibir la venta de la llamada comida chatarra a los menores de edad, medida que a la fecha no se ha terminado de implementar.

Recordemos también que al inicio de la pandemia se detuvo la producción de cerveza, por no ser un producto de primera necesidad y sin embargo, jamás se restringió la fabricación, distribución y venta de refrescos, golosinas, pastelitos y botanas… entonces, ¿esos productos son parte de la canasta básica de los mexicanos?

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