Durante la última década, los influencers se convirtieron en el puente entre marcas y consumidores. Su poder de influencia, autenticidad percibida y capacidad de amplificación hicieron de ellos una de las herramientas más codiciadas por el marketing digital y las relaciones públicas. Sin embargo, el escenario actual muestra claros síntomas de desgaste: audiencias saturadas de colaboraciones, contenido poco auténtico y desconfianza creciente hacia recomendaciones pagadas. A esto se le llama influencer fatigue.
El problema: saturación y pérdida de confianza
En México, la confianza en las reseñas de influencers es extremadamente baja: apenas el 5 % de los consumidores mexicanos afirma confiar en ellas (Capterra México, 2024). A nivel regional, la confianza en publicaciones patrocinadas también ha caído: pasó de 58.1 % en 2022 a solo 37.7 % en 2024 en América Latina (Latam Intersect PR).
Además, existe un problema de transparencia: un estudio sobre Instagram en México detectó que, aunque más de un tercio de las publicaciones incluían marcas, solo en el 40 % de los casos se señalaba explícitamente que eran colaboraciones pagadas, lo que genera desconfianza y la percepción de “publicidad encubierta”.
Paradójicamente, los mismos estudios muestran que el 66 % de los consumidores mexicanos sí ha comprado por recomendación de influencers (IZEA, 2024). Es decir: las audiencias siguen actuando con base en esas recomendaciones, pero cada vez confían menos en ellas.
Nuevas narrativas: lo que buscan las marcas con visión
1. Expertise real sobre popularidad:
Creadores especializados (tech reviewers, gamers, chefs, fotógrafos, médicos, etc.) generan mayor credibilidad que influencers masivos que hablan de todo sin profundidad.
2. Comunidades de nicho:
El futuro está en micro y nano influencers con audiencias más pequeñas pero comprometidas. Estas comunidades valoran la interacción directa y perciben mayor autenticidad.
3. Embajadores internos:
Colaboradores, fundadores o incluso clientes fieles pueden ser voces poderosas para contar historias reales. Las campañas que integran employee advocacy y customer stories suelen conectar más genuinamente.
4. Storydoing en lugar de solo storytelling:
Ya no basta con que un influencer hable de un producto. Las marcas deben diseñar experiencias donde el creador viva la propuesta de valor y lo muestre de forma natural (retos, activaciones, participación en diseño de productos).
5. Colaboraciones de co-creación:
De simples voceros a aliados creativos: diseñar juntos una edición especial, un contenido exclusivo o un evento, da a la relación autenticidad y relevancia.
Ejemplos que inspiran:
- Marcas de tecnología que invitan a especialistas y diseñadores a mostrar en vivo el detrás de cámaras de un lanzamiento, más allá de los influencers habituales.
- Empresas de moda que trabajan con artistas y comunidades locales para crear colecciones cápsula, generando un relato cultural más profundo.
- Startups que convierten a sus clientes en embajadores, compartiendo testimonios reales en lugar de mensajes pagados.

Conclusión
El influencer fatigue no significa el fin de los creadores, sino el inicio de una etapa más madura en PR y marketing digital. Las marcas que logren pasar de la visibilidad masiva a la relevancia auténtica, explorando nuevas narrativas y voces diversas, serán las que destaquen en un mercado saturado.
En un mundo donde el consumidor exige transparencia y autenticidad, las relaciones públicas no deben enfocarse en quién tiene más seguidores, sino en quién conecta de manera más genuina.









