He escuchado que existe una confusión sobre los conceptos “empatía textual“, “empatía sexual” y “sexting”, tema este último del que escribí no hace mucho tiempo. No aclararé las diferencias pues la empatía sexual se explica sola y sobre el sexting pueden consultar el artículo.
Les comentaré sobre el fenómeno que considero ha sustituido en muchos sentidos y, sobre todo para la generación de los Millennials el “ligue”, tradicionalmente generado por el contacto visual y la empatía de persona a persona. Antes, se buscaba una pareja con la que se pudiera “hacer clic” en la mayor parte de los sentidos. Hoy se juzga la interacción con el “susodich@” basándose en la empatía textual. Que si contestó o no con un “emoticon” (“emoji” o “smileys”) y cuál uso -para interpretar si quien nos escribe está contento o enojado-; signos de exclamación. Te dejó o no “en visto”, a qué horas se conectó y si mandó un mensaje primero que tú.
Esta comunicación no verbal ni oral, llega inclusive a ser vehículo para terminar una relación de noviazgo o amistad. No es raro gestionar un divorcio usando el teléfono para textear la decisión; ni pensar en hacerlo, teniéndolo en las manos, para hablar con la contraparte para avisarla.
La comunicación y empatía textual, a diferencia de la oral o verbal, no está sometida a los conceptos de espacio y tiempo.
La interacción entre el emisor y el receptor es inmediata. Por otro lado, el manejo de la comunicación textual con el apoyo de un smartphone y de “emoticons”, facilita las posibilidades expresivas con respecto a la comunicación oral de los involucrados. Ligan todo el tiempo, a todas horas y se mandan millones de flores… por Whatsapp. Una carita feliz, un sol sonriendo, un corazón y una taza de café, aún si texto puede significar: “Buenos días mi amor, estoy amaneciendo y espero tener un buen día tomándome un café”.
En lo que referente a las relaciones interpersonales parece que la empatía textual va de la mano con la tecnología. Además de acercarnos empáticamente a otros, también ha llegado para añadir más confusión a las complejas relaciones humanas.