Cuando hablamos de sportainment —ese delicado y poderoso equilibrio entre deporte y entretenimiento— hay pocos ejemplos tan potentes como el fenómeno global que se ha convertido la Fórmula 1. Desde la llegada de Liberty Media en 2017, la F1 dejó de ser solo un espectáculo de velocidad para convertirse en un ecosistema narrativo que atrapa a fanáticos, marcas y medios con igual intensidad.
Hoy, el anuncio de una alianza global con Disney —centrada nada menos que en el universo de Mickey & Friends— no solo refuerza esta estrategia, la eleva. Y con ello, confirma que el futuro del deporte no está solamente en la pista, sino también en la capacidad de conectar con nuevas audiencias, contar mejores historias y crear experiencias inolvidables más allá del pavimento.
La sinergia tiene todo para ser un muy interesante business case:
– Licencias globales, contenido y experiencias: Desde 2026, personajes icónicos como Mickey y Minnie estarán presentes en los Grandes Premios, con su merchandising y los contenidos diferenciados que puedan lograr.
– Enfoque generacional: Atrás quedaron los días en que Bernie Ecclestone decía que no hacía falta ‘buscar una audiencia joven’. Hoy, con acuerdos previos con Lego, Mattel, y ahora Disney, el mensaje es claro: capturar la atención infantil y familiar es una prioridad estratégica.
– Expansión en EE.UU.: El anuncio en el Licensing Expo de Las Vegas y el impulso al GP en esa ciudad confirman el peso del mercado americano en la visión de largo plazo de la F1.
Y por supuesto, si hay una empresa que entiende cómo construir universos de marca que trascienden generaciones, esa es Disney. Esta alianza es mucho más que branding compartido: es una fusión de ADN narrativo, de plataformas globales, y de visión hacia el futuro del entretenimiento en vivo.
Para los fanáticos del deporte, esto se traduce en nuevos niveles de inmersión. Para las marcas, en oportunidades de conexión emocional. Y para quienes trabajamos en esta industria, en un recordatorio claro: el deporte que no evoluciona hacia el entretenimiento está condenado a volverse irrelevante.
Mi última reflexión:
En un mundo donde las fronteras entre deporte, espectáculo y pop culture se desdibujan cada vez más, la pregunta no es si las marcas deberían entretener, sino cómo van a hacerlo. La Fórmula 1 y Disney nos lo recuerdan: los ganadores del futuro serán quienes entiendan que cautivar al fan empieza mucho antes del semáforo en verde… y continúa mucho después de la bandera a cuadros.