Todos nosotros, ya sea como consumidores o como productores de comunicación, sabemos lo que las letras chiquitas significan: restricciones, fechas de vigencia, lo que se puede y lo que no se puede, lo que aplica y lo que no aplica.
Vivimos en un mundo que lee cada vez menos. Se privilegia el uso de las imágenes, fotos o vídeos antes que el texto escrito. Y en la jerarquía visual, esto es más notorio todavía; primero viene la CABEZA del anuncio o mensaje; pocas palabras, verbos imperativos, palabras clave que atraigan la atención e impacten y el famoso “efecto WOW!”. Luego viene la subcabeza o texto secundario. Ya se va aclarando un poco más el mensaje. Se contextualiza un lugar, una fecha, una acción específica que queremos que realice el consumidor.
A continuación está el “body text” o cuerpo de texto (cada vez más reducido). Pasa rápidamente a los datos de contacto, los call to action (“llama ya, inscríbete, participa, compra, acude”, medios de contacto, teléfonos, correos, etc.). Y finalmente, el pequeño gran protagonista de esta columna: los textos legales, popularmente conocidos como “la letras chiquitas”. Los de menor tamaño dentro del mensaje. En realidad estos textos son los más importantes de la comunicación desde el punto de vista de “lo posible”.
En general, esa información “a pie de página” (aunque sea un material electrónico), o textos legales, pueden considerarse de tres tipos: los términos y condiciones (de una oferta, promoción, concurso, actividad, etc.); los de derechos y propiedad intelectual (marcas registradas, permisos, convenios, etc.) y finalmente, los avisos de privacidad (conforme a la Ley de Protección de Datos).
Los términos, letras chiquitas y condiciones son esenciales en la mecánica de una promoción o comunicación.
¿Qué vigencia tiene, dónde aplica, en qué fechas y horarios? ¿Cómo puedo hacer válida esa promesa que me está haciendo la marca? ¿En qué momento puedo reclamar o no esa oferta, descuento, precio especial o beneficio? Y mucho mayor cuidado cuando se ofrece algo “GRATIS”, ¿bajo qué condiciones, con qué requisitos? Y todos los etcéteras que se nos puedan ocurrir.
Este rubro es de importancia mayúscula, dado que es justo donde tendrán cabida las posibles quejas, inconformidades, dudas, aclaraciones y hasta querellas legales o denuncias. Siempre hay que tener en cuenta todos los escenarios posibles. Los cómo, cuándo y dónde, para prever el mayor número posible de eventualidades y casos. Independientemente de lo que tengas considerado en tus planes y estrategias, es indispensable que lo consultes a detalle como tu área o departamento legal. Las leyes cambian, se adaptan a cada momento y qué mejor que un experto para estar al tanto de esas actualizaciones. Debes proteger tus campañas y a tu marca, y salir lo más blindado posible contra cualquier eventualidad.
El rubro de derechos y propiedad intelectual es más convencional y estable. Consulta si tus productos, marcas y nombres están legalmente protegidos y registrados ante la autoridad competente y menciónalo en tu comunicación.
Y finalmente, los avisos de privacidad
De más reciente aparición (el último lustro) atañen directamente a la protección de datos sensibles de tus consumidores, para que tengan la garantía del buen uso que tu marca hará de cualquier información requerida.
Con este breve panorama podrás darte cuenta de que, aunque en un diseño ocupen un área mínima y visualmente sean los textos menos atractivos y hasta “den flojera”, las leyendas legales sirven de protección en tus comunicaciones, y representan el mejor recurso preventivo de desastres en tus acciones de marketing y publicidad… contra cualquier posible ataque o inconformidad. Vacúnate contra la adversidad legal.