Conforme pasan los días, nos vamos encontrando con más innovaciones en materia de Inteligencia Artificial como si estos últimos años los avances se dieran de forma exponencial, tal y como ha sucedido con la tecnología en las últimas décadas, apareciendo nuevas técnicas, procesamiento de datos y, en general, todo lo que ha logrado conseguir la inteligencia artificial.
En ese avance vertiginoso de la IA hemos visto la forma que la regulación se ha ido estancado, ya se a por falta de conocimiento en la materia y no saber el rumbo que debe tomar, o bien, por la falta de voluntad política con todo lo que implicaría no sólo para las empresas desarrolladoras y beneficiarias de la tecnología, sino para el propio gobierno que también echa mano de los datos para propósitos de seguridad nacional.
México mágico
Justo este último es un vínculo con el caso de México, ya que en los últimos días se ha posicionado un debate derivado de la creación de una Ley que tiene como objetivo simplificar trámites administrativos, lo cual resulta muy necesario en un país sumergido en la burocracia, pero muy peligroso para una nación que ha tenido múltiples problemas con el robo de información de bases de datos sumamente relevantes y nutridas.
Esa normatividad en materia de simplificación administrativa ha sido rechazada por la oposición y un sector importante de la sociedad civil porque dentro de los cambios de esta nueva ley es la asociación de datos biométricos a la Clave Única de Registro de Población (CURP), lo cual si contiene cierto riesgo para la ciudadanía considerando no sólo el robo de esos datos derivado de un hackeo, sino un problema en sí mismo para la seguridad nacional y respeto a la privacidad.
La peligrosa Inteligencia Artificial
Justo en ese tenor es que se empieza a replantear qué queremos respecto de la inteligencia artificial y el posible daño a las estructuras normativas o sociales que puede tener. Y es que parece que lo que vemos actualmente con este tipo de tecnología es apenas el inicio de todo lo que puede conseguir, incluso, por sí misma.
Europa, que ha sido de los pioneros en esta regulación, ya ha planteado la necesidad de contar con un marco general que nos lleve invariablemente a los detalles. Ese marco normativo ha dado lugar a que países como España empiecen a construir sus legislaciones a la luz de esas recomendaciones. En ese caso hay dos aspectos relevantes que señalan en su regulación: por un lado, la clasificación de las aplicaciones o software de inteligencia artificial, colocando algunos como prohibidos por su uso o efectos, otros con una regulación permanente y, por último, los de acceso libre que se entienden como no riesgosos.
Por otro lado, la creación de una agencia específica para la revisión de todos los contenidos y productos de inteligencia artificial con la finalidad de tener un control más amplio, sobre todo en aquellos que buscan la identificación de datos biométricos. Incluso, en este rubro, prohibiendo aquellos que pretendan utilizar dichos datos en tiempo real, lo cual surge por la propuesta gubernamental de que las policías de investigación pudieran aplicarlo para la persecución de delitos.
Las Deep Fake
Si bien se ve lejano que en Latinoamérica se regule a ese nivel, lo que queda claro es que la proliferación de estos productos en redes sociales se ha convertido en un dolor de cabeza que infringe normatividad de carácter penal al involucrar las personas en realidades inexistentes. El caso concreto es la generación de imágenes fijas, en video o, incluso, voz, donde no son parte de la realidad sino una simulación generada por la IA retomando características idénticas a la de los actores de la vida real con todo lo que ello implica.
Todo apunta para que, tal y como sucede en la obligación de colocar en las redes sociales cuando se trata de una mención publicitaria, se tenga que colocar que todo o parte de lo publicado forma parte de inteligencia artificial a fin de evitar confusiones, fraudes y afectaciones a la vida privada.
Eso sí, independientemente que esa leyenda no aparezca en estos momentos no quiere decir que no haya regulación, porque, como ya hemos mencionado en anteriores entregas, la reforma que se denominó Ley Olimpia a casi todos los Códigos Penales, la inclusión de violencia digital, el fraude y otras conductas ya se encuentran en la legislación como elementos punibles que les pueden acarrear problemas si como especialistas en marketing creen que no tienen ningún impacto legal.
En ese tenor, debemos ser más cautos con el uso de la inteligencia artificial de tal manera que no se dé un mensaje tan distinto que hasta nos traiga problemas penales.