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Las expectativas son ¿trampa o impulso para la vida?

“Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine, o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados.” – Tyler Durden – Brad Pitt

¿Se puede o no estar en control de la vida?

Muchos especialistas hablan y hacen recomendaciones sobre “el control”, algunos de éstos refieren que; para llegar al éxito, los seres humanos debemos tener control sobre nuestra vida. 

Sin embargo, hay también quienes afirman que nada en este plano terrenal es controlable; excepto los pensamientos, sentimientos y acciones que como seres humanos accionamos a partir de nuestras experiencias.

Luego entonces, ¿a quién le hacemos caso?

un hombre pensando en las expectativas de la vida

Bryan Tracy en uno de sus seminarios del éxito se refiere a una dualidad respecto del control dónde uno puede optar por una de dos posturas; la primera, cuando una persona se siente bien consigo mismo y positivo respecto de sí mismo, hasta el grado en que la persona puede sentir que tiene y mantiene el control de su propia vida.  O la segunda, donde como personas, nos podemos sentir negativos y que todo va mal, al grado de sentir y creer que sin importar lo que uno intente, todo saldrá mal, porque es víctima de las circunstancias que lo rodean.

En términos generales, la postura que uno tome, será real y atraerá más situaciones similares, para unos serán oportunidades de crecimiento y problemas que se deben resolver para avanzar y subir de nivel (cómo si fuera un video juego) o conseguir la meta trazada, mientras que para otros puede ser un calvario de calamidades que llegan y aparecen sin dar tregua alguna.

Es algo muy parecido a lo que nos enseña Víctor Frankl en su obra, “El hombre en busca de sentido”.  El ser humano si puede estar en control de lo que ocurre en su mente, en la forma en que expresa sus sentimientos, en las reacciones y acciones que uno decide emprender a partir de esa triada; Pensamientos, sentimientos y acciones.

¿Las expectativas como intervienen?

Cuando la ansiedad se hace presente, la mente puede comenzar a configurar los escenarios más catastróficos o funestos, en los que algo o todo lo malo puede ocurrir.

La ley de Murphy dice: “Cuando algo puede salir mal, seguro va a salir mal”.

Colin Powell exsecretario de Estado en los EEUU de 2001 a 2005 decía:
“Siempre espero lo mejor, pero me preparo para lo peor.”

Por definición una expectativa es la posibilidad razonable de que algo suceda, es también una salida, perspectiva, posibilidad o probabilidad “en el horizonte”, y hay quienes la definen como una esperanza de realizar o conseguir algo.

Si tomamos como punto de partida ambas frases; podemos ver que mientras unos esperan que pase lo peor, sin importar cuanto te prepares, no podrás evitar que lo malo suceda.  En cambio, el otro punto de vista, es preparase para lo que puede ocurrir, sin perder la mira del objetivo hasta conseguirlo.

¿Es sutil la diferencia?
Quizás para algunos sea imperceptible, pero para otros puede ser muy clara.

¿De qué depende?
De lo que cada uno lleva por dentro y del diálogo interno con que alimentamos nuestros miedos e inseguridades o autoconfianza; mientras para unos será una oportunidad y para otros otra batalla más.

En términos simples, ambas reacciones o posturas tienen un mismo origen de acuerdo con Bryan Tracy; “crea en lo que crea con fuerza, entre más emoción ponga en su creencia, ésta se volverá realidad”.

Y seguramente en este punto, los mal llamados a sí mismos “realistas” dirán y argumentarán todo cuánto contravenga o contradiga la frase anterior.  Y desde su realidad tienen razón, esas personas reciben lo que con base en sus propias expectativas y desde la entraña misma de la emoción, deciden que, sin importar cuanto lo intenten, no lograrán el objetivo. 

¿Por qué lo afirmo, porque Yo era uno de ellos?

Cínico, sarcástico, irónico, ¡aahh! Pero eso sí, “muy realista” cuando en realidad es que sólo eres negativo ante el cúmulo de experiencias acumuladas, po no contar con las herramientas adecuadas que permitan gestionar mejor; las partes mental y emocional de nosotros mismos.

“Si cree que puede hacer algo o sí cree que no puede hacerlo, en ambos casos tienen razón” – Henry Ford-

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Cualquier cosa que pensemos con la suficiente fuerza y emoción, se hará realidad por el simple hecho de que eso que pensamos o creemos es consistente con nuestras propias creencias. 

Las expectativas, aquello que esperamos que suceda, depende gran medida de nosotros, a ese tipo de “control” es al que muchos se refieren.

De hecho, nuestra realidad, el momento de vida en que nos encontramos ahora, es el resultado de nuestra imagen externa, la cual es producto de nuestras creencias más añoradas, de las más recurrentes, aquellas con las que alimentamos nuestro día a día, desde que amanecemos hasta que nos vamos a dormir.

Hasta el grado en que creamos algo, nuestras creencias funcionarán como una pantalla que filtrará, todos aquellos argumentos o razones que vayan en contra de esas creencias, y en cambio magnificará la información que confirma nuestra propia creencia.

Cómo solemos decir en México cuando alguien quiere hacer algo que en esencia parece incorrecto: “Tú no buscas consejo, buscas quien te consecuente”.

Es decir, bajo el sesgo que representa nuestra creencia (buena o mala, útil o inútil) buscamos la información que la confirma, aun cuando esto implique escenarios o sucesos casi imposibles de que ocurran. 

¿Por qué?

La razón, así lo explica la psicología; es que algunas personas estamos atrapadas en algo llamado “escotomas”; que son áreas intelectuales, afectivas o sensoriales que han desaparecido de la conciencia. Es decir, estamos convencidos de que no hay modo de progresar, que todo será muy difícil, que no importa cuánto te esfuerces y planees, siempre vendrá algo que lo va a echar a perder o arruinar.

No vemos las posibilidades de éxito, porque nos sugestionamos al grado creer que éste nunca llegará a nuestras vidas, generando un “vortex” de ideas preconcebidas y emociones negativas, del que resulta muy difícil salir a menos que se decida buscar ayuda profesional. 

Y eso es precisamente una expectativa, esperar que sin importar lo que haga, nunca será suficiente.

¿Cómo puedo cambiar la sensación de que todo irá mal para tener mejores expectativas?

Esa es precisamente la pregunta del millón de dólares y la respuesta, aunque sencilla, trae consigo un cambio interno que deberá hacerse sí o sí, de manera consciente.

Lo primero es reconocer que tenemos un problema y saber que no somos los únicos “malaventurados” a los que les suceden cosas.

Segundo, es necesario cambiar nuestra forma de pensar y para ello, habrá que hacer ejercicios de meditación, de autoconocimiento, quizás algunos requiramos de acompañamiento profesional.

Tercero, ser consistentes y entender que si tenemos 30, 40 o 60 años viviendo a medias, si nos lo proponemos y nos comprometemos con el proceso, bien podremos obtener mejores resultados si cambiamos la manera en que pensamos y sentimos para generar mejores expectativas, unas que estén mejor alineadas con el estilo de vida que anhelamos, el tipo de relaciones que queremos y el desarrollo profesional que nos permita alcanzar metas más ambiciosas que nos hagan mejores personas.

Por experiencia puedo decir que no es fácil, la mente puede jugar en contra si se lo permitimos y además alimentamos esos momentos oscuros por los que a veces atravesamos. Pero si cambiamos aquello que pensamos, lo que sentimos respecto de las situaciones cotidianas de la vida y nos atrevemos a realizar ese cambio.

Y por último; crear, planear y ejecutar para lograr aquello que haga de tu vida una experiencia grandiosa, dependerá de lo que cada uno de nosotros queramos que se manifieste en la vida.  Soñar con un empresario exitoso o alguien famoso, implica tareas, actividades, experiencias y problemas que deberás sortear y superar para lograr ser, quien dices que quieres ser.

Estuve varias décadas de mi vida, persiguiendo el trabajo, la ocupación, el contrato, el cliente o proyecto.  No es por ahí, eso es ser reactivo y no querer enfrentar la realidad de que; Nuestras “Expectativas” son genéricas, no nos motivan porque no sabemos que queremos o quienes queremos ser.

Salir de la trampa que pueden generar las expectativas, esas que compramos desde pequeños porque así nos educaron y criaron, requiere salir también de la zona de confort, pero eso, lo platicamos en la siguiente columna.

 
Gracias por leerme, hasta dentro de 15 días.

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