Los domingos por la tarde me resultaban angustiantes. Olvidar comprar la maldita lámina, o simplemente hacer tarea ese día, a esa hora, eran mi coco. Y, mientras ebullía ese sentimiento y le rezaba hasta a Vishnu que me dejara regresar al kínder, se transmitía en el Canal de las Estrellas, “Siempre en Domingo” por Raúl Velasco.

Como la oferta televisiva era limitada en ese entonces (aquí delato mi edad), a menos que tuvieran varo para una parabólica; a la mayoría de las familias mexicanas nos tocaba chutarnos cada angustioso domingo -y de manera religiosa- el dichoso programa.
Su formato era sencillo y el objetivo claro: presentar y lanzar al estrellato a talentos musicales donde invariablemente, salían números de Timbiriche, Luismi, Juanga, o de plano, actrices de telenovelas intentando hacer playback sin siquiera ensayar. Ni el reguetón se atrevería a ser así de repetitivo y tedioso.
De vez en cuando, don Raúl se lucía con verdaderas novedades invitando a intérpretes/bandas de rock/pop mexicanos o extranjeros. Gracias a ese programa, varios “la pegaron” y por eso, hasta la fecha suenan en la radio; porque México consume lo que sea (hasta a Tiziano Ferro).

Eso sí, siempre sobresalían los productos plásticos musicales, principalmente los mexicanos y de Televisa -caras bonitas con una tesitura más limitada que el presupuesto para atender a los damnificados en Veracruz, cantando one hit wonders. No es rocket science, los productos plásticos son fáciles de consumir pero, desechables.
En el mundo de las editoriales diferencian a un “Best Seller” de un “Long Seller” por el tipo de impacto comercial que tiene un libro. En ambos casos, hay autores serios y otros no tanto. Lo aclaro porque algunos se ofenderán pensando que voy a comparar a Magneto con Murakami, pero no. Dejémoslo en un Carlos Cuauhtémoc Sánchez si gustan.
Haciendo fast forward al 2025, todos quieren ser “Best Sellers” de diferentes disciplinas artísticas y del entretenimiento gracias a la IA y las redes sociales. Todos quieren ser un hitazo inmediato, a bajo costo, pero no momentáneo. Este ritmo está impactando en la calidad de los contenidos, en la memoria colectiva a largo plazo y en la esencia de nuestros oficios y probablemente en un inminente tunerl carpiano de hacer tanto swipe/scroll.

Coca Cola lanzó su comercial navideño y, por segundo año consecutivo, está hecho con IA. Sí, mucha gente estuvo involucrada, sí el anuncio costó mucho menos, sí, los animales y las animaciones se siguen viendo muy piñatas.

Estamos normalizando el consumo de contenidos de esta calidad. He visto cómo los festivales musicales hacen sus posters o a músicos hacer portadas para sus EPs (porque ya no hacen LPs) con IA, en lugar de pagarle a un diseñador.
De artistas independientes podría entenderlo, pero para que una de las refresqueras más importantes del planeta la use para su publicidad, es un indicador interesante. ¿Tan mal estamos de lana? ¿Tanta hueva les da ya producir con sus propias manitas?
Suena a que la IA y las redes sociales son el nuevo “Siempre en Domingo” y Raúl Velasco. Si no estás ahí, compartiendo algo exprés, jamás alcanzarás la fama y la fortuna. Construir marca es un arte, y el arte toma tiempo e inspiración; los artistas parecen obligados a “generar” contenidos en lugar de hacer arte. Persiguen el engagement de usuarios que muy probablemente, jamás les comprarán una pieza, en lugar de trascender. ¿Pa’ qué tanto alboroto con “ser viral”?
Siendo un profesional de la estrategia a base de data, me gusta que se apoyen en agencias como la mía para tomar decisiones. El nuevo reto es dar respuesta cada vez más rápido. Es viable, pero me preocupa el para qué. La prioridad es pegarla rápidamente gracias a este nuevo “Siempre en Domingo” y no construir himnos, legados u obras maestras.
¿Ustedes, qué opinan?









