¿Te imaginas un mundo sin Facebook?
¿Qué sería de las doñitas que comercian con cosméticos o artículos de salud? ¿Dónde pondrían sus piolines, deseándonos el mejor de los días, las semanas o los meses, las tías? ¿Dónde vamos a ver los chismes, las intolerancias, los exabruptos y las fobias de nuestros conocidos? ¿Cómo vamos a sobrellevar nuestra vida sin ver cada segundo de la vida de aquellos que suben hasta el color y la forma de su última deposición?
Pues resulta que el enemigo de toda la humanidad y supervillano en ciernes, Mark Zuckerberg, anunció que se viene un rebranding de Facebook. Por supuesto que los memes no se dejaron esperar.
Me gustaría conocer al analista que llegó a la elevada conclusión de que el gran problema de la red social es su nombre.
Olvídense de la omisión que hace, en la mayoría de los casos, de quienes se empeñan en transmitir y viralizar noticias falsas y amañadas, sobre todo en épocas electorales o de pandemia. Olvídense de los problemas legales y antimonopolio que enfrenta la enorme corporación en que se ha transformado.
También hay que dejar pasar el testimonio dado por Frances Haugen, ex ejecutiva de la empresa. Ella declaró ante un comité del senado de Estados Unidos, entre otras cosas, que la empresa había realizado un estudio que demostraba que muchos de los mensajes publicados en Instagram podrían afectar la salud mental de adolescentes. Por supuesto que esos resultados fueron enterrados.
La presión está tan fuerte que, incluso el anuncio de la creación de una versión de Instagram diseñada para niñas y niños menores de 13 años, fue recibida con gran escepticismo y hasta una franca hostilidad por parte del público. A pesar de todos estos hechos, los directivos hiper-pagados de Facebook tienen la seguridad que, con un simple cambio de nombre, colores y logo, bastará para lavar la cara, para limpiar el alma. Nueva imagen para expiar los pecados cometidos.
Facebook with a new name pic.twitter.com/7M9DNiZvlf— Inglourious Capital (@inglouriouscap) October 20, 2021
La imagen de Facebook está tan percudida que en su reciente colaboración con Ray-Ban para la creación de unos anteojos con cámara llamados “Stories”, en los promocionales, el nombre de la red social siempre aparece de manera discreta y casi escondida. ¿Qué tan buena idea puede ser que alguien me tome imágenes de forma sigilosa con un dispositivo que se terminará conectando a Facebook?
Pregunten a Google como les resultó ese tema.
El anuncio del cambio de nombre e imagen podría darse la semana entrante, durante la conferencia anual Connect, que se llevará a cabo el 28 de octubre, mientras tanto, todo permanece en el más absoluto secreto; no vaya a ser que comience a perder prestigio aún antes de ser instituido.
A pesar de escándalos, posibles demandas y una crítica despiadada, la vida sigue y los negocios también. La empresa también dio a conocer uno de sus más ambiciosos proyectos. En Europa se van a contratar a unas diez mil personas durante los próximos cinco años, para trabajar en el proyecto Metaverse, un universo virtual para “moverse” y comunicarse utilizando diversos dispositivos.
¿Una nueva versión de Second Life?
Desde Facebook nos juran y perjuran que este espacio virtual no será de su propiedad, que será creado y mantenido de manera conjunta con otras empresas, desarrolladores y personas comunes; una especie de universo libre y abierto.
Creo que ya aprendimos la lección sobre la forma en que Facebook se maneja, por lo que la suspicacia es la mejor reacción ante este anuncio.
He hablado en este espacio sobre el gran error de “tirar” a la basura marcas bien posicionadas pero, en el caso de Facebook, ¿basta con un rebranding para cambiar una imagen muy desgastada?