Desde el siglo XIX, la época de fiestas decembrinas es la más esperada, la mejor para los fabricantes de productos, desarrolladores de servicios, intermediarios, comerciantes… y, muy especialmente, para sus publicistas.
El nacimiento de nuevos medios de comunicación ha significado mayores oportunidades para llegar de una manera más directa y con mensajes, ahora personalizados, a nuevas y crecientes audiencias.
Tal parece, nadie puede escapar al “canto de las sirenas” que esta época significa. Ni el llamado de las autoridades eclesiásticas a no perder el objetivo de las festividades, la invitación a guardar mesura económica por parte de los gobernantes en turno o la crítica mordaz al consumismo de los analistas sociales.
El lenguaje promocional (directo, vendedor, ineludible) en época navideña asalta a todos los medios (ahora, empezando por las redes sociales) cargado de invocaciones, de novedosos artículos y servicios, de ofertas tentadoras y de una antigua -y muy navideña- promesa ¡de felicidad!
Para los estudiosos de la comunicación mercadológica resulta especialmente fascinante percibir cómo el lenguaje publicitario cambia de formas: Las imágenes están cargadas de inocencia; los mensajes comerciales se encuentran arropados por intenciones de bienestar; los temas musicales son recargados de cascabeles (Jingle Bells, es el más antigüo de todos los “Jingles”); los locutores y portavoces adquieren una tonalidad más tersa y efusiva (acompañada siempre de carcajadas de Santa Claus); y la promoción –el fondo del mensaje- se vuelve más directa y… digamos, sugerente y hasta elegante… en el mejor de los casos.
El reto creativo es ser atrayente… o sea ¡ser vendedor! -lo que en estas épocas de altísima competencia resulta aún más difícil-: Surgen artículos de temporada en marcas Premium especializadas (empezando por las de cerveza); hay proliferación de puntos de venta (en menos de 5 años, todos crearon ya su tienda virtual); y, siempre, promoción… ¡mucha promoción! bajo cualquiera de los esquemas existentes (descuento directo, puntos, combos… etc.) especialmente en los nuevos medios los que, por ese simple hecho de ser novedosos y dirigirse a los consumidores jóvenes, se vuelven atractivos territorios de conquista para las marcas.
El vocabulario se mantiene en lo grandielocuente pero nunca altisonante… ¡aaaaah…es verdaderamente seductor!: “De regalo”, “Únicamente por temporada”, “Ahorra más que nunca”, “Modelos especiales ¡de colección!…
Las palabras se vuelven trisílabas, repletas de vocales fuertes ¡y reforzadas con signos de admiración!
Las oraciones, tras de una propuesta amable y reflexiva: “Esta Navidad dele a los suyos…”; son imperativas y adquieren un contexto de obligatoriedad: “¡Aproveche!”… “Ahorra síiiiiiii”.
Estamos en la temporada de mayor reto para el creativo publicitario (intenten encontrar la manera #16 de decir, ¡20% de descuento!). Salir de las fórmulas gastadas requiere de mucho conocimiento del mercado, pensamiento estratégico y horas de trabajo creativo profundo.
¿Con qué seremos sorprendidos durante estas fiestas, enmedio de estas terribles épocas de pandemia?
Pues tal vez, mientras expresa sus mejores deseos –ahora sin abrazo, para evitar el contagio- quizá al recorrer en búsqueda inspiración, o tal vez de un regalito, los puntos más comerciales de su localidad, también usted vuelva a caer en el viejo encanto de nuestro mexicanísimo claim: “¡Llévele… llévele!”
En todo caso, para usted nuestro mejor deseo… ¡FELIZ NAVIDAD!