No sabes, queridolector, lo que me divertido compartiéndote esta serie de hallazgos. Espero que te estén siendo de utilidad, aunque vayamos -como decimos en mi pueblo- como gallo-gallina (o sea de a poquitos).
Reitero mi agradecimiento a quienes me han contactado para comentar los primeros textos de la serie (entrega 1, entrega 2, entrega 3 y entrega 4).
Me da mucho gusto que coincidamos y, sobre todo, que me compartas tus experiencias. No dejes de hacerlo, por más insignificante que parezca.
Seguimos, pues…
Moda
Ropa sin marca – ¿Te acuerdas cuando un loguito de Polo no fue suficiente y lo crecieron más de 1000% en el pecho de las playeras? Bueno, pues ahora es todo lo contrario: prefieren que el logo o emblema de la marca se elimine o sólo esté en la etiqueta de la prenda. No quieren presumir marcas ni sus recursos económicos y, por otro lado, ya no quieren hacerle publicidad gratuita a las marcas que de por sí son caras.
Ropa perdurable – un poco como complemento del punto anterior, están un poco hartos de que las prendas duren poco. La tendencia es a tener modelos más clásicos y que los materiales aguanten más de una temporada.
Segunda mano – de forma reciente los establecimientos formales e informales empiezan a proliferar. A pesar de la tendencia mencionada en el punto anterior, hay un punto clave en ciertos grupos de personas que son inseguras o que tienen una vida social intensa: no quieren que los demás los vean con las mismas prendas, por lo que buscan una forma de hacerse de un vestuario variado sin que el gasto sea excesivo.
Renta / intercambio de ropa – una forma alterna de la adquisición de segunda mano (o de uso, como le dicen en mi tierra adoptiva) es el reunirse de cuando en cuando con personas otras personas para rentar prendas caras (de fiesta o eventos elegantes) o intercambiar con personas de confianza, especialmente si es ropa casual.
Joyería – dada la situación económica, que no ha crecido como se esperaba, y los altos niveles de inseguridad de las grandes ciudades (principalmente en México), la adquisición de joyas caras y/o de marca ha decrecido de forma significativa. Aquella tradición de que un anillo de compromiso representaba una inversión de tres meses de suelto de quien propone ha pasado a la historia. Desde anillos más accesibles, hasta otras formas alternas como otro tipo de símbolos (desde un reloj hasta tatuajes) han sustituido esta costumbre.
Ropa de trabajo – cada vez vemos menos ropa formal en la oficina o en las reuniones y sólo en ciertos gremios se mantiene, como entre abogados, médicos o altos funcionarios, por ejemplo. Aquella iniciative de tener viernes informales se ha ido extendiendo al resto de la semana, en aras de la comodidad. Podría ser que las prendas casuales sean hasta más caras que la ropa formal, pero ya no es un suplicio vestirse para trabajar. Calcetines y medias han ido desapareciendo paulatinamente.
Zapatos – lo mismo sucede con los zapatos. No más tacones altos para el uso diario, ni incómodos o elegantes. La comodidad se prioriza sobre todas las cosas. Como dijo un entrevistado “ya no hay que domarlos”.
Celebraciones
En este rubro hay tendencias ambivalentes: o se exagera o se reducen al mínimo.
Cumpleaños de hijos pequeños – se observa que ahora las fiestas son temáticas y la renta de juegos, mesas de dulces y postres, animadores y shows, fotógrafos, disfraces, recuerditos que nadie guarda y hasta personas organizadoras proliferan, mientras que las mamáses hasta se angustian si no les es posible cumplirse ese capricho, como si la criatura de un año se fuera a dar cuenta. Claro, la presión social puede por encima de todo.
Cumpleaños de mascotas – ¿qué decir? Ya hasta fiestas perrísimamente caras han proliferado: pastel de perro, mesas de premios, vestimenta y correas para presumir… todo. Y ni se te ocurra no llevar regalo, ¿pos qué te pasa?
Bodas – la planeación de una boda consume la energía de la pareja, principalmente de la novia si es el caso, y ya no digamos de su presupuesto. Para estas ocasiones se presentan varios panoramas: (1) no nos casamos y no gastamos… ¿como para qué? (2) hacemos una boda reducida y hacemos un viaje maravilloso (3) tiramos la casa por la ventana, planeamos durante 18 meses, nos endeudamos porque queremos el organizador de boda del momento, limo, pastel de enemil pisos, vestido de diseñador, menú de chef afamado, música en vivo con el grupo que “regala” accesorios por ritmo y país, decoración de flores caras (haciendo juego con el ramo), el jardín, las fotos, la tornaboda, las pantuflas de los invitados (con las que siempre alguien se cae) y un etcétera interminable, para que la mitad de los matrimonios actuales terminen en divorcio.
La regla “sin niños” empieza a imponerse, con la consecuente ofensa de unos y la liberación de otros.
Y ya ni hablar de las mesas de regalos: cada día más caras y más elitistas. Los novios antes elegían artículos y accesorios que eran necesarios y que si se los regalaban eran de gran ayuda. Hoy las mesas son de cosas superficiales que ni a los tíos ricos de los novios les alcanza.
Vestido de novia – como mencioné en el punto anterior, el vestido de boda es de diseñador, cuyo precio es prácticamente insostenible. Tradicionalmente, la novia guardaba el vestido que usó el día más importante de su vida, según se decía. Se empacaba al alto vacío después de mandarlo limpiar y reparar cualquier avería sucedida durante la fiesta. ¿Qué hacen las novias de hoy? ¡lo venden! porque hay que tratar de recuperar el tremendo gastazo erogado por unas cuantas horas de uso. El recuerdo romántico, qué.
Y sí, continuará…
Este ejercicio ha sido un recorrido muy amplio. Los estudios internacionales son extensos pero sustanciosos. Seguramente después de su publicación en columnas haremos una recopilación multimedia para su consulta. Peeero, mientras tanto, disfruta de esta información que seguramente a más de uno le está siendo útil.
Y no olvides compartirnos tus experiencias y tus observaciones. Ven y platícamelas aquí en comentarios o en Twitter donde podremos conversar casi en vivo.
#NoMeAlcanza