De acuerdo con un estudio de 2017, uno de cada 10 millennials elige la fama sobre un título universitario, y uno de cada 12 renunciaría a su familia a cambio de fama. ¿Por qué? Por el dinero que trae consigo; y no hablo solamente de la fama que dan las redes sociales, la vida de rockstar o protagonizar algún show; ven su nombre en las marquesinas de Hollywood, en flamantes tarjetas de Wall-Street igual que en un banner de Youtube.
Otra estadística versa, que el 30% de dicha generación prefiere ir al dentista que a un banco. ¿Entienden la paradoja? Digo, la verdad es que no es nada agradable la fila, la espera, las caras en un banco… pero ¿el dentista? ¿en serio?
El mercado laboral no es del todo atractivo para ellos, aunque hay un amplio grupo que han entrado en él “a la antigüita” (contratos fijos, muchas horas de trabajo y sueldos bajos, confiando en ascender pronto) y la educación financiera, les provoca, desde su nombre, reticencia por la relación que tienen con el término educación, porque ellos no son alguien que no entiende de lo que se les está hablando.
Pero pese a todo, parecen ser una generación “apetecida” para las instituciones financieras y la banca, que han tenido que transformarse para satisfacer las necesidades de un grupo que les detesta por antinomia; siendo sinceros, sin que los resultados les hayan sido favorables o el cambio salte a la vista.
El Crowfunding, como modelo de negocio que otorga su confianza a los proyectos y no a las regalías per-sé, ha ganado terreno por parecerles mucho más justo, porque “se trata de alguien que confía en mí y mis ideas, no de alguien que quiere la garantía de que voy a pagarle con creces.
El Shadow Banking, que se refiere a estas empresas que ofrecen alternativas a los productos bancarios convencionales, ha surgido también, debido a la falta de confianza que tienen los consumidores en las instituciones, buscando servicios paralelos que hablen su lenguaje y entiendan sus necesidades.
Solemos pensar en dicha generación como un grupo desinteresado, enfocado en satisfacer necesidades que van detrás de lo económico, e industrias como la bancaria, han dejado, durante años, pasar oportunidades valiosas con una generación que no gusta de los convencionalismos ni la rigidez. Estamos frente a la generación de la innovación y si lo perdemos de vista; si no empezamos a generar, acciones disruptivas que nos vuelvan “adoptables” por ellos, pronto estaremos dando patadas de ahogado para recuperar el tiempo perdido. ¿Están de acuerdo?