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La nueva empresa. ¿Estamos listos?

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Un experimento de vanguardia

Hace aproximadamente 15 años, uno de mis clientes, empresa de alta tecnología, nos solicitó un estudio y propuestas de implementación, para establecer entre sus ingenieros, un esquema de trabajo en casa. El conocido y popularísimo “Home Office” de hoy. Su idea era revolucionaria, pues llevaría a la totalidad de su equipo a trabajar en sus casas, con la obligación de asistir a la oficina solamente un día por semana y cuando hubiesen reuniones de trabajo que ameritaran su presencia.

Nuestro estudio abarcó no solamente a los ingenieros involucrados, sino también a sus familias. Mientras que ellos estaban emocionados de poder trabajar sin transportarse, en algunos casos por más de una hora de ida y otra de regreso, en una ciudad tan conflictiva como la Ciudad de México, la situación era un poco diferente con sus esposas.

El esquema era atractivo. La empresa pagaba un mueble, el que mejor encajara con el estilo del departamento o casa del colaborador, para que sirviera de oficina en casa, y además del equipo (laptop y todo lo necesario), cubría la mensualidad del mejor internet disponible.

Al cabo de un mes que entrevistamos a las respectivas parejas, se descubrió que en vez de sentirse halagados por tener a su compañero en casa todo el día, sentían que habían invadido “su mundo”. Ese mundo del que eran reinas, y que iniciaba en el momento en que el esposo ponía un pie afuera, para irse a trabajar. Ellas podían hacer en ese mundo lo que querían, sin preguntar a nadie. Con este cambio, ya no era posible. Tenían siempre a alguien ahí. Las amigas ya no se sentían con la confianza de llegar en cualquier momento y las reuniones en ese hogar, ya no eran bienvenidas.

Y los ingenieros, tampoco estaban muy contentos. Las esposas, al tenerlos ahí, no lograban aceptar que estaban trabajando. Ellos estaban ahí, en casa, y lo más lógico era que ayudaran con las labores del hogar. “Oye querido, ya es hora de ir por el niño al colegio, ¿me ayudas por favor? Yo estoy ocupada con otras cosas”.

Finalmente, fue un programa aceptado, opcional para quienes decidieran tomarlo. La empresa logró ahorrar una fuerte cantidad por la renta de espacios que ya no requería y muchos colaboradores iniciaron un estilo de trabajo revolucionario.

A veces, los cambios se imponen

Hace un año y medio, el mundo entero tuvo que implementar este sistema, sin preguntas, sin preparación alguna, sin miramientos. El trabajo en casa, desde hace año y medio y hasta quien sabe cuando, predomina. Seguramente volveremos a reunirnos en espacios de oficina, nos volveremos a abrazar, pero será un esquema diferente al que teníamos antes de la pandemia.

Los cambios que estamos viendo

Este ha sido un cambio repentino, pero nuestra forma de trabajo evoluciona constantemente, y lo seguirá haciendo, poco a poco, o en torbellinos de modernidad que asustarán a algunos.

Y aquí tenemos algunos ejemplos:

Los horarios de trabajo, de ser fijos y preestablecidos, teniendo que llegar y salir a una oficina, ahora son totalmente flexibles. A las empresas de vanguardia, no les importa si estás trabajando a medianoche, con tal de que tu trabajo sea efectivo y brindes resultados.

Los espacios de trabajo, antes fijos, hoy son flexibles y permiten que trabajes en cualquier lugar, no solamente en la ciudad donde está establecida la empresa, sino en muchos casos, desde otras ciudades y otros países.

La información que antes “pertenecía” a departamentos específicos y se compartía casi como un favor, de pronto ha tenido que ser compartida con otros equipos de trabajo a través de la nube, con el fin de que la empresa pueda subsistir, llevando a cabo proyectos conjuntos. La rapidez con que se deben tomar decisiones han forzado a compartir información de una forma cuidadosa, pero abierta.

Los departamentos dentro de una empresa, antes casi intocables, pues cada uno tenía un jefe que defendía a su equipo y no permitía que otros metieran las narices sin su consentimiento, fragmentando de alguna forma a la empresa, hoy, están conectados 24/7 y comparten la información con bastante fluidez.

Los jefes, que antes tenían a su equipo de trabajo ahí, junto a ellos, pudiendo solicitar, exigir, dar una orden, han tenido que explorar su estilo de liderazgo, buscando estrategias para motivar a cada uno de esos colaboradores, que ahora están lejos de el o ella, aunque más conectados y con mayor disponibilidad que antes.

Marketing Mix Modeling (MMM) | Rodrigo Martin & Moisés Maislin & Hans Hatch

Los medios para comunicarnos también han sufrido un cambio extraordinario. El medio más popular hasta hace tres años, el email, que sigue siendo popular y uno de los favoritos para muchas generaciones, se ha visto desplazado por herramientas como whatsapp, para el intercambio inmediato de información, fotografías, videos y todo tipo de archivos. Lo que antes escribías, esperando que pronto fuese leído por el destinatario, hoy puedes decírselo en vivo y a la cara, a través de zoom y otras herramientas similares. Y a diario me llegan invitaciones para experimentar algo nuevo “que va a facilitar mi comunicación con clientes y amigos”.

Hay dos temas que habrá que vigilar, cada quien en su empresa, si es que trabajas en una empresa.

Uno, es el cambio en la estructura organizacional de la misma. Muchas están cambiando, de tener una jerarquía perfectamente bien definida, con Director general, directores de área, gerentes, sub-gerentes, supervisores, etc. a una estructura mucho más plana, donde el director general controla solo a un pequeño número de gerentes que a su vez dirigen equipos de trabajo. ¿Cuánto ha cambiado la estructura en tu empresa?

El otro tema, igual de importante, es el cómo, dentro de esta nueva estructura organizacional, se va a dar el crecimiento de los colaboradores. Mientras que, en una estructura jerárquica, el crecimiento estaba casi perfectamente definido (De jefe aspirabas a ser gerente, y de gerente a director), en estas nuevas estructuras más planas, no existen muchas reglas definidas para que los colaboradores, puedan escalar. Esto ha motivado mucha rotación, pues los líderes no han podido definir un formato, que sirva para que los miembros de sus equipos estén motivados para crecer internamente, por lo que éstos, continuamente, buscan oportunidades en el exterior, generando rotaciones no deseadas.

Un gran reto para las empresas

El desarrollo de nuevas tecnologías, herramientas ágiles y el hecho de haber ya probado la movilidad en el trabajo empresarial, constituyen un gran reto para las empresas en el futuro. El ser humano, sigue siendo el activo más importante en cualquier organización. De éste depende el servicio al cliente, la eficiencia en la producción, la creatividad para competir.

Ninguna empresa, puede pensar solamente en la forma de ser más eficiente en su operación, sus procesos, los ahorros. Si no vigilamos el bienestar mental y físico de nuestros colaboradores, si no fomentamos su compromiso e incluso amor por la camiseta, si no aseguramos que los clientes encuentren un servicio de tal calidad que no quieran ni siquiera pensar en buscar un proveedor diferente, nuestra empresa estaré encaminada al fracaso.

La gente, siempre importa

Si quieres tener empresas exitosas, productivas y relevantes, debes vigilar el bienestar de tus colaboradores y, ¿por qué no? su felicidad y tranquilidad. Debes fomentar su compromiso e incluso su “amor por la camiseta”, asegurándote de brindarles una visión de futuro en la organización, en la cual puedan ellos mismos verse creciendo con el tiempo. Debes asegurarte de que los clientes actuales y futuros, encuentren en tu empresa un servicio y productos de tal calidad, que ni siquiera puedan o quieran pensar en buscar un proveedor diferente. Solo así lo lograrás.

Estamos en un buen momento, para que revises en que momento se encuentra tu organización. Ya sea como jefe, dueño, socio o colaborador/ asociado, es un buen momento para ver en qué tipo de empresa estamos invirtiendo nuestro tiempo, esfuerzo y recursos.

Habrá algunas empresas cuyos líderes no quieran cambiar mirando al futuro, y sean de los que piensan que “todo va a estar bien, aún si no cambiamos, porque siempre lo hemos hecho así”. Conocer la visión a futuro de la empresa en la que colaboras a tiempo, te permitirá decidir si es posible empujar el cambio, o buscar nuevas oportunidades en otras empresas, incluso pensar en independizarte. Aunque el ser “independiente” es un tema para otra columna.

Nunca es tarde, pero hoy, es un buen momento para por lo menos saber en qué tipo de empresa estas invirtiendo tu vida y talentos. ¿Vale la pena? ¿Vas a poder crecer? O quizá determines que estás en una “empresa de paso”, mientras puedes acceder a otra empresa dispuesta a darte oportunidades y permitir que explotes tu potencial.

¡Agradezco como siempre tu lectura y, si te resultó interesante, compártela por favor!

Tus comentarios son siempre bienvenidos.

JL

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