Debo comenzar esta columna presumiendo. Presumiendo que recientemente fui aceptado para cursar la Maestría en Derecho en el Posgrado de Derecho de la Facultad de la Universidad Nacional Autónoma de México, mi alma mater. El entusiasmo, además de estar en sí mismo en la Maestría, radica en la primera semana en que conocí a mis profesoras y profesores que me guiarán en este camino durante el primer semestre. Mi impacto académico no es comparable a ningún otro momento de mi aferramiento a seguir estudiando casi de forma ininterrumpida desde mis 3 años de edad: vaya calidad de profesores y de ideas que tienen en el entendido que mis materias son más del ámbito filosófico.
Pensar el Derecho en función de sus fines, su naturaleza, sus alcances y su propósito es un estallar de la cabeza que me regresó a una reflexión que tuve hace tiempo y que, incluso, fue materia de una de las columnas en este maravilloso espacio fértil para mi verborrea. Hace unos meses traté el tema de la censura o libertad de expresión en las redes sociales y, aunque prevalece mucho de ese pensamiento, mi experiencia joven en esta Maestría, me hizo repensar esa idea. Por favor, generemos debate.
Visión innovadora y no ociosidad
Uno de los profesores, el Dr. Walter M. Arellano, es un jurista cortado con otra tijera. Con la tijera de la filosofía profunda que le hace revisar el derecho desde el arte, la estética y un aspecto novedoso como es la Prospectiva Jurídica, campo poco explorado en el Derecho pero que me parece una magnífica idea.
Esa nueva forma de estudiar el Derecho tiene como asidero lo que se ha desarrollado como Prospectiva Política, que no es otra cosa que analizar el hecho social para adelantarse a hechos políticos y dirigir campañas y posturas en ese rubro, que, además, encabeza esta corriente en México y muchos otros países la Dra. Guillermina Baena Paz, especialista y docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM e investigadora de renombre.
Prospectiva jurídica para alcanzarnos la cola
La Prospectiva Jurídica toma elementos de la realidad social y busca prever los cambios sociales para regularlos antes de que sucedan o que avancen de tal modo que sigamos en la idea de mantener esa noción de que el Derecho siempre va un paso detrás de los acontecimientos sociales. Decía el Dr. Arellano como un ejemplo que es regular aspectos como la Inteligencia Artificial o la Bioética desde ya a sabiendas que tenemos avances que nos dan un panorama de lo que puede pasar en el futuro: humanos clonados, alteración genética, derechos de los androides, propiedad intelectual de la inteligencia artificial, etcétera.
Redes sociales privadas o públicas
Ello me llevó a pensar a la idea de las redes sociales y la libertad de expresión. En principio, pareciera que las redes sociales, al ser un espacio privado encabezado por empresas, da cierto derecho para que esas empresas restrinjan accesos o formas de comunicación tal y como lo podemos hacer en nuestras casas cuando alguien emita su opinión sobre orientación sexual o chistes de corte racista, donde al ser nuestro espacio, podemos invitar a esas personas a retirarse de nuestras casas porque no toleramos esas ideas.
En principio, las restricciones de Facebook, las suspensiones de Twitter, la eliminación de contenido de Instagram o TikTok, suelen ser defendidas bajo la óptica de que son empresas privadas, sin financiamiento gubernamental y, por lo tanto, pueden invitar y “desinvitar” a quien se les pegue la gana.
Por otro lado, es un hecho que esas plataformas son espacios de libertad de expresión llegando a fungir, incluso, como el ágora griega donde se daban cita todos los ciudadanos para debatir y tomar decisiones que impactaban la vida pública.
Reguladores o libertarios
La realidad es que, si bien regular a través de leyes resultaría intrusivo en aspectos privados, el Derecho debe aceptar que ya no se pueden ver a estos actores como terceros lejanos a los derechos de libertad de expresión y de protección de otros derechos cuando se esgrimen delitos dentro de esos espacios.
Por ejemplo, si uno le llama ladrón o le critica su trabajo a un político, el community manager o asistente (porque pocas veces ellos manejan sus propias redes sociales) bloquea al usuario y el tema se acabó, sin embargo, recientemente la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió un criterio en el que señala que los servidores públicos no deben bloquear a ningún ciudadano en las cuentas que comparten información sobre su gestión, ya que las redes sociales tienen un componente de acceso a la información pública. Así, ni diputados, ni alcaldes, ni otro servidor público deben bloquear usuarios de sus redes públicas.
Y al mismo tiempo, la Suprema Corte también dijo que “la libertad de expresión y el derecho de información no protege el comportamiento abusivo de los usuarios, reconociendo la posible comisión de conductas abusivas (amenazas, injurias, calumnias, coacciones o incitaciones a la violencia), por lo que es posible que dichos comportamientos puedan ocasionar una medida de restricción o bloqueo justificada, por encontrarse fuera de la protección del artículo 6º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos” como lo señaló la Lic. Marlene Heredia Angel en su artículo “Libertad de expresión en las redes sociales”.
Tridimensional por encima de lo dual
Dadas esas circunstancias, esta visión dual de el respeto y protección de derechos relacionados de la libertad de expresión (dual porque sólo se concebía a la autoridad por un lado y al ciudadano por otro), ha quedado superada por una concepción tridimensional donde las redes sociales también entran en la escena en donde no pueden censurar sin debida motivación y fundamentación, ni pueden permitir que se vulneren derechos dentro de las redes sociales.
Aunque vamos un poco tarde, es fundamental que ya mismo regulemos la libertad de expresión a la luz de tres actores actuales, repensando, incluso, hacia dónde van las tendencias para comenzar con visos regulatorios que ni permitan censuras ni hagan proliferar delitos. Tanto juristas como especialistas en marketing, publicidad, política, tecnología y demás aspectos, habrán de reunirse para generar un marco que proteja la integridad y permita un intercambio de ideas sano y sin restricciones, de lo contrario, seguiremos persiguiéndonos la cola de forma eterna. Al respecto mucho me importa la opinión de ustedes lectores y de mis homólogos columnistas.