Así es, la generación Z quiere vivir sin etiquetas. No les interesa ser nombrados de ninguna forma, ni mucho menos que las marcas quieran clasificar sus gustos, formas de comunicación o preferencias sexuales.

Aceptémoslo, como gente dedicada al marketing nos encanta nombrar a los grupos de personas que tienen características en común y asignarles etiquetas.

Los nombramos Boomers, Generación X, Millennials o Zeta debido a comportamientos y actitudes que comparten y que son elementos de su construcción de identidad de acuerdo al periodo en el que nacieron, rango que suele abarcar alrededor de 15 a 20 años.

Por mucho tiempo las marcas han buscado la forma de acercarse a cada generación, muchas veces adaptando sus mensajes al tipo de receptor y a la tecnología que tienen disponible, sin embargo, hay una generación que les está costando mucho más trabajo de alcanzar: la generación z.

La generación Z junto con los Millennials representa casi el 46% de la población mundial. Son aquellos nacidos entre los años 1995 y 2010, años más, años menos, y cuyas edades oscilan entre los 11 y los 25 años.

Son considerados como nativos digitales que han venido a romper los moldes de las formas tradicionales de comunicación.

Persiguen la fama y el reconocimiento inmediato que el escaparate de las redes sociales ha acrecentado, especialmente redes como Instagram y Tik Tok.

Los más pequeños de esta generación han modificado la forma en que se comunican y conectan. Ya no utilizan solamente los canales tradicionales sino que su comunicación pareciera darse en un espacio casi ultra secreto donde utilizan códigos que salen del radar de muchos padres.

Aquellos que aún no rebasan los 16 años han visto llegar anunciantes a sus medios habituales, que lejos de invitarlos a conocerlas les causan ansiedad y rechazo.

Saturar YouTube con tus anuncios no hará que te amen, al contrario, pueden llegar a odiar tu marca, créeme, tengo dos adolescentes muy cerca.

Los papás de esa generación en su mayoría pertenecemos a la generación X, nacimos con la televisión en blanco y negro y vimos la evolución de la televisión a color y el cable.

Crecimos y nos acostumbramos a ver una programación fija y que estaba interrumpida todo el tiempo por los anuncios. Muchos de la generación z simplemente no ven televisión, a ellos les tocó el surgimiento de los servicios de video streaming por lo que no saben ni entienden cómo podíamos vivir así antes.

No tienen paciencia y todo lo que pasa lo quieren de inmediato, al igual que los contenidos que consumen y crean.

Para atraparlos se requiere crear un contenido que además de atractivo sea rápido y no invasivo. Los correos electrónicos y páginas web no sirven con ellos, ellos quieren personalización.

Están en casa aislados por la pandemia pero al mismo tiempo hacen comunidad frente a las cosas que les interesan.

A la hora de comprar son exigentes y críticos. Si una marca se acerca, los Z saben reconocer si es confiable y si realmente les aporta una solución a las necesidades que tienen.

Si una marca no refleja sus valores están dispuestos a boicotearla.

Ellos no quieren que les vendas tu producto, quieren que les ofrezcas experiencias memorables y que compartas sus luchas, que seas auténtico y no finjas ser alguien que no eres.

De nada servirá tratar de hablar su idioma si en realidad no crees en sus mismas causas. La fórmula de presentar las marcas a través de influencers parece estarse agotando, ellos confían más en aquellos que se muestran como sus iguales y donde los contenidos fluyen de manera orgánica.

Los consumidores de esta generación quieren ser protagonistas, ser parte de los procesos de innovación de las marcas, ayudarles a escribir su próximo contenido, que se les deje participar y mostrar lo que ellos realmente son y cómo piensan, sin etiquetas.