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Uber, nunca más

Todos atestiguamos el gran alivio que nos significó la llegada de Uber. La novedad y la excelente calidad del servicio implicó tener una opción a una altura que pensábamos que merecíamos, cubriendo un nicho de mercado que tenía tiempo detectado, pero que nadie había atendido.

La verdad es que estábamos HARTOS de los abusos de los taxistas de la calle, desde maltrato, negativa de servicio y autos sucios y destartalados, hasta violencia / delincuencia, que hasta ahora prevalecen.

Quienes se salvaban eran los taxis de sitio y los radiotaxis, que bien que hacían su esfuercito, te daban factura y te aceptaban pago con tarjeta, pero les hacía falta el saborcito premium que Uber (y luego los demás) vinieron a ofrecer.

Y así, Uber fue ganando participación de mercado con autos nuevos, choferes educados, amenidades (como hotel) ofreciendo agua, dulces y carga de tu celular, por mencionar algunas.

Pero poco a poco el servicio se fue deteriorando, por la insaciable ambición de los directivos de Uber en el mundo, dejando a ambas partes, tanto a proveedores como a usuarios del servicio, en el descuido total.

Las principales razones fueron cobrar más a los choferes y reduciendo al mínimo los filtros para contratarlos. De repente, ya no te llevaban los conductores limpitos y educados: los iniciales se hartaron y los que los relevaron no daban la atención a la que nos acostumbraron en un principio (y uno se acostumbra a lo bueno, obvio). Ya no te ofrecían cositos porque “ya no les salía la cuenta”. Es decir, si te daban agua su ganancia se empobrecía aún más, después del incremento de cuotas del corporativo.

Poco a poco se fueron infiltrando personas de malas mañas entre su plantilla de choferes, y además surgió una serie de intermediarios que se ofrecían a rentar autos a choferes sin verificar, o te quitaban de encima la chamba de administrar tu cuenta de ingresos-egresos.

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Todo eso ha terminado por deteriorar lo que originalmente pensamos que elevaría el nivel de servicio del transporte público en auto. Ni los usuarios estamos ya tan convencidos mientras los prestadores de servicio originales se han salido paulatinamente, quedándose con las ganas de continuar con una fuente de trabajo que parecía ofrecerles muchos beneficios: libertad de horarios, independencia laboral, seguridad… entre otros.

Según un sondeo que hicimos entre heavy users de plataformas de transporte, la decaída ha sido insostenible. Poco a poco, la clientela ha ido regresando a usar sitios y radiotaxis, que –por cierto- mejoraron enormemente a raíz de la entrada de esta nueva categoría de transporte, para mantenerse competitivos.

A la larga, la mala calidad terminó por contaminar un excelente servicio cuando, en teoría, debió de haber sido al revés, como en el caso del servicio de los sitios, quienes -por cierto- se llevan de calle a Uber porque tienen oficio y trayectoria.

Tristemente, esto aplica en todo el mundo. El inicio fue como la escandalosa espuma que, al final del día, retomó su indeseable nivel.

#TodoMal

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