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¡Sólo es un besito!

(¡No sean fresas!)

Es increíble la forma en que temas que son aparentemente inocuos pueden sacar a relucir lo peor de algunas personas.

Si, me refiero al asunto del beso en la película de Buzz Lightyear y que esta semana se transformó en un verdadero tren del mame debido a los cientos de personas que salieron a decir que era una forma de adelantar la “agenda de género”.

Llevo varios años escuchando sobre esa agenda y sigo teniendo muchas dudas: ¿Quién la redactó? ¿Dónde puedo ver su contenido? ¿Quiénes la quieren “adelantar”? ¿Está muy atrasada? ¿En qué colores viene encuadernada?

Siempre he pensado que aquel dicho de “lo que te choca te checa” tiene una gran dosis de verdad. Son muchísimos los “guardianes de la moralidad” en el mundo que han caído y han quedado expuestos como verdaderos pervertidos.

Lo he visto, lo he leído y, de manera reciente, conocí casi un caso muy cercano que se reveló al interior de una comunidad muy conservadora: El que “adelantaba” agendas muy correctas y católicas resultó ser una verdadera fichita que oscilaba entre la homosexualidad y la pederastia.

¡La hipocresía, pues!

En el caso de Lightyear todo el asunto lo proyectó un simple beso que en realidad no dura ni una décima de segundo. ¡Un pinche besito de piquito! Antes de ver la escena uno hubiera podido pensar que era uno de esos besos babosos que se dan en las telenovelas, transmitidas en horario familiar y al alcance de cualquier escuincle con televisión.

Por ahí leí enojados reclamos que argumentaban que el beso “nada tenía que ver con la trama y no la enriquecía de ninguna manera”.

¿Por qué no se quejan así de la enorme cantidad de desnudos, fajes y de escenas sexuales que pululan en cualquier serie o película?

En programas como “Game of Thrones” se encueran a la mínima provocación, a veces sin injerencia alguna en la trama y en escenas que duran minutos. En estos casos no hay quejas.

Si la mitología tras el beso fuera real, ¿cuántos miles de niños y niñas quedarían curados de forma automática de esos “males”?

“Es que los niños”, dirán, “no deberían estar expuestos a este tipo de contenidos”. Es la respuesta de muchos. Seguro que son de esos que creen de manera ingenua que un control parental es perfecto y que sus pimpollos en su vida han visto una escena de alto colorido.

Si a censurar películas vamos, ¿por qué no lo hacemos con temas que si afectan realmente comportamientos y acciones? Me gustó mucho lo que @carlesponsi opina al respecto en su cuenta de Twitter (síganlo, además de ser un genial caricaturista, tiene opiniones sumamente acertadas).

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Una de las cosas que reclaman los airados guardianes de la inocencia infantil es “¿cómo explicar un beso lésbico a un niño?”. Una de las respuestas que más me gustó en contra del argumento es una muy sencilla:

“Peores cosas le he tenido que explicar a mis hijos sobre este mundo, por lo que dudo que un simple besito les pueda causar gran trauma”.

Y es que la gente se olvida que en esta realidad hiperconectada en que vivimos es prácticamente imposible aislar a un niño de los temas que son parte importante en la discusión diaria que tenemos como sociedad.

A menos que los padres sean menonitas o ermitaños, nuestros hijos están expuestos a las realidades diarias de este mundo y el simple hecho de tratar de evitar que vean una película, es un auténtico detonador de la curiosidad.

Si la respuesta no la encuentran en casa, lo más seguro es que salgan a la escuela, a la casa de los amigos y a otros lugares, a encontrarla. Son curiosos por naturaleza y, como lo escribía en este mismo espacio, lo prohibido es lo más deseado.

Por supuesto que hay quien piensa, de forma muy estúpida, que un estímulo de esta clase puede ser un “detonador” de deseos e instintos prohibidos.

La mala noticia es que, está demostrado, la inclinación sexual ya viene preprogramada y lo que hagamos por reprimirla o motivarla lo único que puede causar es daño emocional en diversos niveles.

Entre los que mejor demostraron de que material estaban hechas, fueron algunas diputadas panistas que salieron a quejarse públicamente del gran atrevimiento de Disney por tratar de “imponernos” esa agenda.

Lo único que comprobaron fueron sus limitaciones de comprensión e inteligencia así como un claro interés de “adelantar” una agenda religiosa, eso sí, que quiere controlar las mentes de los más jóvenes.

Por ahí hubo quienes se burlaron de que la película de Buzz Lighyear había “sido un fracaso” ya que no alcanzó la taquilla de otros estrenos de Disney y Pixar. Se atrevieron a atribuir esa falla al boicot realizado por “padres conscientes de la salud moral de sus hijos”.

La realidad, que es lo peor de todo, es que la nueva película de Pixar es bastante mediocre en cuanto a su trama y eso no lo puede salvar ni siquiera una escena patrocinada por los malvados creadores de agendas de género (si saben ustedes dónde encontrarla, déjenme el link en los comentarios).

– Por cierto, no se les olvide también pasar a leer mis columnas en Conexionistas.com.mx

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