Carlos Muñoz recientemente avisó que se retiraba de las redes sociales. La reacción de sus lovers y haters no se hizo esperar, al grado que una vez más se volvió viral. ¿Pero será esta la última vez que este “máster” de los negocios y el marketing logre la popularidad?
Me la pensé un poco sobre escribir o no acerca de este personaje, porque no quiero caer en polémica, sobre todo, me gustaría evitar ser confundido como un miembro de su tribu o como uno de sus haters. Pero como la verdad me tiene sin cuidado lo que la gente puede llegar a pensar de mí, pues aquí les va mi opinión sobre este influencer.
Siempre me ha llamado la atención el poder de propagación de los chismes y de los fenómenos virales publicitarios. Ambos se parecen mucho, tal vez lo único que los diferencia es que los primeros no tienen un objetivo de comunicación claro, sólo se propagan por el interés que generan, mientras que los segundos se crean con un objetivo comercial.
Varias veces que analicé informalmente al autodenominado “Máster Muñoz”, reconocí que este personaje tenía una gran capacidad de despertar el interés de la gente de tal forma que, con cierta facilidad, solía volverse viral. En pocas palabras, sabía venderse.
En un principio, algo que favoreció al tal Carlos Muñoz, fue dominar un tema que hoy en día despierta gran interés en México. Me refiero a todo lo relacionado con el emprendedurismo y los negocios. Sin duda se convirtió en el referente dentro de las redes sociales de estos temas en nuestro país.
El segundo punto que lo ayudó a popularizarse fue su dominio de los medios digitales. Supo muy bien usar las plataformas, sin duda tenía una estrategia bien armada. Se notaba en su contenido, cómo lo editaba, la frecuencia que utilizaba y la cantidad que invertía en pauta. Quienes lo conocen, saben que gran parte de sus capacitaciones, eran sobre estos temas.
El tercer elemento que lo impulsó, pero que creo también lo traicionó, fue la construcción de un personaje. De entrada, su apariencia cargada, compuesta de una barba hípster, múltiples sacos extravagantes y lentes ridículos, sin duda, una imagen única y fácil de recordar, pero que para muchos era excesiva e innecesaria. Esta apariencia se complementaba con un liderazgo igualmente polémico, ya que si bien, su discurso solía ser retador, muchas veces se le acusó de caer en lo autoritario, soberbio y hasta clasista.
Todo lo anterior le generó popularidad con la que ganó adeptos y clientes, pero igualmente, despertó el escarnio de varios. Poco a poco fui viendo como su popularidad fue más por chismes, que por su contenido de valor. Por ejemplo, todo lo que se habló alrededor de su debate con Ruzzarin o los constantes videos donde se evidenciaba su actitud arrogante.
Muchas percepciones negativas alrededor del Máster Muñoz se empezaron a cristalizar en memes, sátiras e incluso en las críticas directas por parte de otros influencers pesados como los de La Cotorrisa. Aunque muchos lo catalogaron como experto en mercadotecnia al parecer omitió una de las premisas básicas de esta disciplina, el hecho de que marketing es una guerra de percepciones.
Todo lo que sube, tiene que bajar y este “máster” sucumbió ante el peso de su personaje.
Habrá que ver si regresa y cómo lo hará. Sin duda deja un vacío ante todos aquellos que en internet demandan conocimiento alrededor de los negocios. Estemos atentos de quién o quienes pueden llenar ese espacio.
