En el 2000 sonaba en todas las estaciones “Living la Vida Loca” de un Ricky Martin ingenuamente deseado por muchas féminas, MTV todavía ponía solo videos musicales, todos usaban los mismos perfumes de “Versánchez” y de Gap (para las chavas, obviously), chateábamos por MSN Messenger y last but not least, las primeras elecciones más importantes del país estaban por suceder.
No sé si eran las hormonas o que el frontal no se me terminaba de desarrollar, pero ese año tenía un mood esperanzador. Aquí su Jeff Buckley del teclado, junto con varios millones de jóvenes, votaríamos por primera vez estando seguros de que México necesitaba un cambio; porque lo veíamos en la tele, en las paredes, lo escuchábamos en la sobremesas familiar, porque el entonces candidato de la oposición era un personaje muy diferente a lo que estábamos acostumbrados a ver y porque queríamos ser parte de ese cambio histórico en nuestra política nacional.
¡Vamos! Ya teníamos apalabrados a los candidatos presidenciales para que se dejaran cabulear por el entonces famoso Adal “Hijo de su Pink Floyd” Ramones en su programa. ¡Se venía otro México!
Dieciocho años después, se repitió una historia similar, pero con nuevos recursos -especialmente los digitales- mezclado con la participación de una generación de jóvenes con ideales más o menos parecidos a lo nuestros en aquel entonces, pero con peor ortografía y un attention span que ni Dory de Buscando a Nemo les maneja.
Se ofreció otro cambio, la juventud reaccionó igual, pasó lo que ya sabemos y ahora estamos donde estamos. Sí, aún hay comediantes burlándose del preciso y sus secuaces, pero algo aquí no cambió para bien realmente y las fake news siguen circulando.
Mi padre dice que “perro viejo no aprende truco nuevo” y conforme pasan los años, más me hace sentido esta frase, especialmente después de ver tantas elecciones a lo largo de veinticuatro años.
El Social Listening se ha convertido en una herramienta clave para las nuevas campañas electorales, porque hemos aprendido más sobre los votantes. Sus opiniones vienen de la tripa y a veces desinformadas. Lo curioso es darse cuenta que su conversación en redes sociales sigue siendo una fotocopia de la de hace veinticuatro años en aquella sobremesa.
Esta generación de votantes no tan jóvenes tiene que replantearse muchas cosas. Como individuales, hemos aprendido mucho, pero en masa no estamos actuando así, especialmente de cara al 2 de junio y nuestro primer paso es tener cuidado con la información que recibimos y compartimos en nuestras redes -incluyendo el Whats-.
¡Cámara, ya se la saben! (y sí, lo digo un poco como cuando se trepa un wey enmascarado al microbús cada quincena).
Al sonar de la salva, este 1ero de marzo se abrieron las puertas del arrancadero de donde salen miles de dinosaurios -sí, como esas botargas- para ganar la carrera de aquí al 2 de junio.
Mientras, millones de mexicanos ya bastante raspados y mal sentados en la tribuna, volveremos a apostar al mejor (o al menos peor) y al mismo tiempo, en esa carrera se atravesarán como tomatazos en nuestras pantallas, spots con la intensidad de los de Genomma Lab a media noche en la tele, el innecesario Bailando por un Voto en TikTok donde los candidatos harán el ridículo “para conectar con lxs chavxs”, famosillos maiceados posteando que van a votar por el Verde Ecologista, un brutal desperdicio de lonas, volantes, pósters y stickers que quién sabe cuándo vayan a quitar realmente y sin olvidar aquellas desafortunadas noticias donde el narco dará su sutil opinión acerca de los candidatos.
El principal campo de batalla será nuevamente en los chats donde nos llegarán centenares de videos con fake news y, gracias a la IA, tu tía ahora sí se irá con el borregazo y los repartirá en los chats con las mamás del colegio y las amigas del cafecito de cada martes.
Lo he dicho antes, lo volveré a decir, lectorsazos de mi cora: hay que ser muy responsables con la información que recibimos, la que compartimos y pensar a largo plazo, especialmente a la hora de votar. Rompamos la dinámica de hace 24 años.
Nos leemos pronto.