COMPETIR POR PRECIO: Lo malo no es costar más, sino que el cliente no entienda por qué

Trabajamos en una industria altamente competitiva y bajar los precios resulta una tentación al ver el nacimiento de más y más agencias que se dedican a lo nuestro y que, además, están dispuestas a ganar mercado aún si ello implica una reducción en sus ganancias o el sacrificio en la calidad de sus servicios.

En tiempos inciertos, las empresas tienden a disminuir sus presupuestos y una de las áreas más golpeadas por dicha política resulta constantemente ser el área de Marketing; eso nos lleva a menudo a pensar que tenemos que adaptarnos o resignarnos a perder una cuenta. Si bien es cierto, también a lo largo de los años he comprobado (ego aparte) que muchas veces lo más oportuno es dejar al cliente volar y darse cuenta por sí mismo que lo barato sale caro para después volver.

Para una agencia que va ganando terreno, es mucho más sencillo ofrecer bajos costos y competir por precio; pues finalmente tiene muy poco que perder y mucho que ganar en el intento. En cambio, para quienes llevamos años en el medio, no es tan sencillo por razones que van desde responsabilidades económicas como el hecho de que los gastos corrientes no nos permiten hacerlo hasta cuestiones relacionadas con posicionamiento y prestigio que no podemos poner en riesgo.

Además, siendo realistas y justo por la gran variedad de agencias de las que puede echar mano el cliente; competir por precio no resulta viable pues siempre, de una u otra forma habrá alguien que ofrezca los mismos servicios más baratos.

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Nos dedicamos a otorgar servicio y es imposible medir la calidad del mismo desde antes que sea prestado; sin embargo, cuándo tenemos una horda de clientes que nos refieren por la excelencia en el servicio, eso inevitablemente sentará un precedente en aquellos con quienes apenas comenzamos a relacionarnos. Recuerdo un claro ejemplo, hace algunos años y siendo yo el cliente, escuchaba a todo mundo hablar de cierto proveedor; todo el mundo sabía y decía que no era el que daba mejor precio pero que trabajar con él te garantizaba olvidarte de cualquier problema o imprevisto así que, obviamente debía comprobarlo y lo hice; el resultado, trabajó conmigo por años y jamás dudé en referirlo a cualquier otro que requiriera sus servicios.

En nuestro ámbito, el verdadero factor diferencial es la calidad profesional. Los clientes deben comprender que, si bien no somos únicos, sí poseemos cualidades que nos hacen incomparables. En algún lugar leí que “la mejor forma de competir por precio es no compitiendo” y estoy completamente de acuerdo. Nuestros esfuerzos deben estar enfocados a poseer y difundir ese valor añadido que haga que los clientes nos prefieran sobre la competencia.

Lo anteriormente dicho no significa que no estemos abiertos a negociar en justa medida con los clientes, sino que establezcamos límites y que tengamos claro que no existe nada malo en no ser el competidor que ofrece menor precio siempre y cuando seamos capaces de dar una propuesta de valor justa por el costo que ofrecemos y comunicarlo de manera efectiva al cliente.

Platiquemos @FerFamania

competir por precio, lo malo no es costar mas, sino que el cliente no entienda por que

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