Sin saberlo, nuestros muralistas vestían la moda del futuro. De Diego Rivera a José Clemente Orozco, pasando por David Alfaro Siqueiros, por mencionar solo a los tres grandes, el atuendo de estos artistas: overol con algunas manchas de pintura, ahora es el “último grito” de la marca Ralph Lauren.
Por el equivalente a casi 12 mil pesos (483 euros) con todo y descuento, la firma estadounidense puso a la venta en España este peculiar modelo. En Estados Unidos lo lanzó en octubre pasado por 620 dólares. El lanzamiento, como era de esperarse, desató la polémica en las redes sociales.
La moda, como expresión cultural, siempre ha estado del lado de las ocurrencias, y ahora a través de Internet y de las redes sociales encuentra mercado para cualquiera de ellas, porque ¿quién no ansía la diferencia en un mundo de producción masiva?
Es inevitable recordar las ‘puntadas’ de la moda haciendo alusión a lo sucio, roto o desgastado, en distintos momentos. Por ejemplo, cuando los pantalones de mezclilla comenzaron a venderse deslavados o rotos de rodillas y trasero. Hace poco Gucci puso a la venta pantalones con manchas verdes, simulando el color del pasto, acto seguido vino una ola de crítica-publicidad en redes sociales.
Muchos twitteros hicieron mofa de que sus padres o abuelos, sin saberlo, tenían en el garaje o el desván un Ralph Lauren. Lo cierto es que, en el balance final, la ganadora fue la marca. Cuando esto se escribía ya no había prendas en existencia.
El fenómeno del modelo, confeccionado en “satén de algodón japonés con el forro visible”, además de “bolsillos funcionales” y “salpicaduras de pintura por toda la prenda”, invita a hacer un parangón con el arte.
Vale recordar La Fuente (urinario de porcelana), de Marcel Duchamp, pieza que es considerada como una de las obras de arte más revolucionarias del siglo XX. El argumento que ha prevalecido para justificarlo es que cualquier cosa puede ser una obra de arte, sobre todo, si se usa para cuestionar, romper e inquietar.
Romantizar la precariedad
En el caso del overol hay quienes se han ofendido por interpretar que el hecho trata de “romantizar la precariedad”, crítica a la que también se ha enfrentado el arte por mucho tiempo. Pinturas y fotografías que muestran a personas en condiciones paupérrimas han sido el blanco de estos señalamientos.
En términos de moda, hace ya un par de años que expertos como Pilar Pasamontes, historiadora de moda, alertaban que esta expresión caminaba hacia al “feísmo” y recordaba que “el disfraz debe ser visible a la primera, convirtiéndose así en una publicidad paralela que funciona mejor que un anuncio”.
La estética del mal gusto o kitsch no es nueva, al final la moda es expresión de la sociedad y se alimenta de sus complejidades y crisis.
El cóctel de elementos y estrategias que llevó al éxito al mono con manchas blancas implicó una ruptura de paradigma del estilo de la propia marca, que se subió al barco de la provocación y el cuestionamiento de lo qué puede o no ser moda en medio de una transformación de valores.
Varias marcas ya han apostado, incluso antes de la pandemia, por nuevos paradigmas que han causado polémica. De ahí que Dove, por ejemplo, incluyera modelos de todas las tallas, colores y edades en su publicidad para ampliar la concepción de belleza, y mostrarse como una marca incluyente.
Otro caso no tan lejano es el aprecio que los rasgos indígenas de la oaxaqueña Yalitzia Aparicio han tenido en espacios como Hollywood y en revistas legendarias de moda, como Vogue, lo que antes hubiera sido impensable.
La moda digital
Las redes sociales también fueron clave en el éxito del atuendo de pintor, lanzado por la marca estadounidense. La polémica funciona al final como un posicionamiento de marca.
Consultoras como Pricewaterhouse Coopers han señalado que las estrategias digitales son clave para el éxito de las ventas en un segmento A/B (clase alta) cada vez más tecnologizado.
Aunque por ahora los consumidores se encuentra recluidos en su hogar, no han dejado de aspirar a tener lo más original y están dispuestos a pagar lo que sea, incluso si se trata de un overol manchado.