Algunos productos nacen para cubrir ciertas necesidades, otros para generarlas, muchos más son experimentos o meros caprichos, pero la historia del nacimiento de cada uno suele ser una aventura y una experiencia de vida singulares, tanto que si se comunicaran a los consumidores con más puntualidad seguro generarían un alto nivel de empatía.
Una de esas historias es la de los chocolates Ferrero Rocher. Pocos imaginarían que detrás de lujo y glamour de estas delicias envueltas en papel dorado está la devoción del empresario Michele Ferrero a la Virgen de Lourdes.
Ferrero Rocher
En su lanzamiento, el chocolate fue asociado con posiciones sociales altas. La publicidad generalmente giraba en escenarios de fiestas lujosas con hombres y mujeres vestidos de etiqueta, y meseros con charolas repletas de pirámides doradas de este producto.
Cuentan los que saben que, para el diseño de este chocolate, lanzado en 1982, el empresario italiano se inspiró en la gruta donde la Virgen de Lourdes hiciera sus apariciones ante la niña Bernadette. El lugar era conocido en francés como Rocher de Massabiele, de ahí, Michele tomó el primer apelativo y sumó su apellido para bautizar su nuevo producto.
No sólo el nombre inspiró a Michele, la propia gruta habría dado pie a la forma y diseño del chocolate relleno de una avellana tostada, crema de avellana y cubierto de un crujiente esférico de chocolate con trozos del mismo fruto. De igual forma, habría sucedido con la rugosa envoltura dorada, color que, por cierto, también es asociado a la divinidad.
La fe del empresario, hijo de Pietro Ferrero, era tan grande que también se cuenta que en cada una de las fábricas que tenían en el mundo existía un altar a la Virgen de Lourdes, a la que el empresario adjudicaba el buen destino de sus negocios.
Michele Ferrero falleció en 2015, y su hijo menor Giovanni Ferrero es quien ahora está al frente de la empresa que por muchas décadas fue familiar. El hermano mayor de Giovanni, Pietro, murió en 2011 por un ataque al corazón.
Detrás de la historia de los chocolates Ferrero Rocher se encuentra la propia historia de la familia Ferrero. Pietro, abuelo del actual presidente ejecutivo, inició el negocio como una pastelería en el noroeste de Italia, de hecho, llegó a vender galletas a las tropas de Mussolini.
La historia detrás del éxito de Ferrero también incluye el paso de la Segunda Guerra Mundial, tras la cual Pietro creó la exitosa mezcla de avellana, antecedente de la Nutella que ahora conocemos, y que tuvo su inspiración en un dulce popular en el tiempo de Napoleón Bonaparte.
Pero fue con Michele que inició la expansión de la empresa. De hecho, cuando tocaron piso alemán convirtieron, de manera loable, una fábrica de misiles nazis en una de dulces. Y con la expansión a otras naciones también ocurrió el nacimiento de nuevos productos: Monchéri (relleno de licor de cereza), los productos Kinder, Tic Tac y, claro, los Ferrero Rocher.
Estos productos están rodeados de anécdotas en torno a su publicidad, imitaciones y competencia, procesos de elaboración, etc. Por ejemplo, Nutella enfrentó en Estados Unidos una multa por publicidad falsa, al promoverse como un desayuno sano. Y a penas en octubre pasado, en las fiestas del Halloween, fue acusada de racista por diseñar un pastel con unos fantasmas que, se acusó, se parecían a miembros del Ku Klux Klan (organización que promovida la supremacía de la raza blanca) que solían usar una capucha blanca.
Así un poco la historia de los Ferrero Rocher, que pronto cumplirán 40 años en el mercado. Las empresas Ferrero se ha convertido en una de las principales marcas de chocolate, tras adquirir, en 2018, a la británica Thorntons y la división de dulces de Nestlé, que incluyen las marcas Crunch, Butterfinger y Baby Ruth.
¿No se te antojó llenar tu boca con placer Ferrero? Nosotros en el equipo editorial nos vamos corriendo a comprarnos unos.