Hace poco en una de las poquísimas ocasiones que salimos en familia por un compromiso de una fiesta infantil de cumpleaños -con todas las medidas de seguridad, y sanidad y en un lugar abierto y con solo 5 niños- hubo un episodio que me dejó marcado. Uno de los niños invitados con su regalo en mano quiso abrazar y dárselo al festejado y este, lo paró en seco “no, no me abraces, no te acerques, deja tu regalo en la mesa, no ves que estamos en pandemia” Triste, muy triste situación. Este 2020 quedará en la memoria no solo de nosotros los adultos, sino que marcará a toda una generación de niños que la están padeciendo.
Pensando en el futuro
Soy mercadólogo y tengo como formación profesional intrínseca el análisis de las masas y su comportamiento, por ello quizá hablo de generaciones -y en su momento deberé estudiar el futuro de la actual- , sin embargo, en esta ocasión, y viendo el presente veo como padre de familia los estragos que esta pandemia nos está ocasionando; aislamiento, encierro, frustración y temor, amén de los problemas económicos. ¿Pero como se desenvolverán nuestros niños y jóvenes? La mayor pandemia del siglo los ha sacado de la escuela durante meses y los confinó en casa sin saber cuándo volverá a la normalidad su vida. Convivir en otro ambiente diferente al de casa y jugar con sus amiguitos está vetado. Nadie puede prestarse nada, ni los juguetes, aún estando desinfectado. Hoy el mundo les advierte que jugar y socializar es sumamente peligroso.
“La enorme disrupción en la educación de los jóvenes -debido a la pandemia- es un riesgo para su bienestar a corto plazo, y puede afectarlos toda la vida”, enfatiza un artículo publicado a finales de junio en la revista científica “The Lancet”.
¿Generación C marcada?
Nosotros los adultos -cuando menos yo- calificamos el 2020 como desastroso, y lo peor de todo, como un año perdido en muchos sentidos. Pérdida de ingresos brutales como pymes, pérdida de empleos. La pandemia nos dejará huellas de por vida a todos los adultos con un mayor sentido de autoconciencia, enfatizando nuestras prioridades en el bienestar de uno mismo, la comunidad y el medioambiente.
Esta pandemia ha cambiado los hábitos y actitudes no de un país, de una región, de un continente… ha sido todo el mundo. Nunca nadie y ninguna circunstancia lo habían hecho. Ya nos acostumbramos al distanciamiento social. El uso de cubrebocas -aunque algunos aún se resisten a usarlo- ya es común en todos lados. El aumento de la higiene personal incluyendo el lavado de manos obsesivo se ha vuelto costumbre. Vemos con nuestros cercanos -nosotros mismos- o en las redes sociales, a personas que se han reinventado forzados por el encierro como chefs, informáticos, entrenadores de vida, gurús del fitness y proveedores de salud mental. Y esto, aún no termina. Viene la esperanzadora vacuna ¿pero será esta capaz de derrotar a la enfermedad? Espero que sí, que elimine al Covid-19 ¿pero las secuelas psicológicas? Estemos preparados.
Conclusión
El impacto de estos cambios es tal, que en todo el mundo, ya se ha catalogado a esta generación -toda ella y de todas las edades- como “generación C”, de Coronavirus. Negativos: ¿Será una nueva generación temerosa a tomar riesgos? ¿Se volverá más tecnológica y menos sensible? ¿Se perderá de socializar y de amistades? Y lo peor de todo, ¿Se volverá reacia al riesgo?
Triste panorama.