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Guamazos, fake news y activistas de sofá en París 2024

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Desde muy chavito practiqué Taekwondo. Tenía el talento de un Bruce Lee Pipope, es más: el profe me quería preparar para los Panamericanos y chance, también para las Olimpiadas. Eso sí, rockeaba durísimo el tatami (donde compiten los takwondoínes), pero jamás me había agarrado a “guamazos” fuera de la clase hasta que una tarde de marzo del ’97, en pleno patio de la secu, “el Alan” me echó bronca. 

fake news

A pesar de ser cinta azul y de llevarle varios centímetros de estatura a mi contrincante, le saqué a los golpes por tres motivos:

  1. Principalmente: no sabía por qué quería pelearse conmigo.
  2. Tenía fama de broncudo.
  3. Creí que éramos cuates.

Yo, en plan “AMLO con el Cartel de Sinaloa” le propuse “con todo rejpeto” darle carpetazo al asunto pacíficamente, a la hora de la salida. Mientras, aproveché mis últimas horas de clases (o de vida) para indagar entre amigos y compañeros de dónde surgió el odio de aquel enardecido chaparrín con baggies y playera de Control Machete.

Ninguno me dio una respuesta concreta, pero todos ya sabían que iba a haber tiro y estaban puestísimos para ver el sangriento eventazo. Me sentí peor que un atleta olímpico esperando los fondos de la CONADE, a punto ir a competir.

Dio la salida, el Alan seguía insistente con pelearnos, mis habilidades de negociación estaban más chafas que las del Santi en SharkTank “pitchando” sus criptomonedas VIP. Así que tuve que usar mi otro talento -taekowndoín- y mi contrincante tuvo el mismo destino que el inolvidable Alfredo Adame.

El tan esperado altercado duró menos de un minuto. La gente alrededor se olvidó de la bronca, pero Alan y yo nos volvimos más cuates. En algún momento le volví a preguntar sobre su leitmotiv, pero así como los demás metiches en la escuela: tampoco tenía la respuesta.

¿A qué quieres llegar, tío Presno? A que generalmente actuamos sin un verdadero propósito.

El otro día -entre ayer y hace 5 años-, conocí el Círculo Dorado de Simon Sinek gracias a mis amigas de Baikú y Mercadiez. El esquema explica cómo encontrar el propósito de las marcas y si nos ponemos un poco filosóficos, el propio también.

Tiene tres preguntas clave:

  • ¿Qué haces?
  • ¿Cómo lo haces?
  • ¿Para qué lo haces?

Ahora que soy fiel creyente del esquema de Sinek, veo que en Redes Sociales -a partir de que las palabras Fake News se volvieron parte de nuestro vocabulario- el propósito de nuestras acciones digitales también se ha desdibujado o mal encaminado. Ya sé que parezco Hare Krishna del MKT, pero por fa: “stick with me” en este tren de pensamiento, lectores de mi cora.

Fíjense cómo “el otro día vi en TikTok” ahora es la frase más choteada de todas las conversaciones. Me tiembla el párpado cada vez que usan a esa macro divulgadora de fake news como si fuera la Enciclopedia Británica.

Canal de Soy.Marketing en WhatsApp

Esmeralda Correa, del departamento de Políticas Públicas de la U. de G. comentó en “El Café de la Mañana” de Reforma que los usuarios prefieren apoyarse en “influencers” que en especialistas para consultar datos. Tiene toda la razón.

Para muestra, un botón (o varios):

Los adolescentes woke ahora apoyan a grupos terroristas porque quieren estar en el tren del mame de #FreePalestine. Odian a los conservadores de su país, pero respaldan sin darse cuenta a la ley Sharía.

En las Olimpiadas de París, los persignados y la gente que no fue abrazada de chavita se indignó con la imagen de la Bacanal, durante la inauguración, porque la confundieron con una parodia de la Última Cena.

Luego, “funaron” a una boxeadora argelina porque ganó todas las peleas, pero no parecía mujer.

Para colmo, influenciadores como Elon Musk y otros de“alto pedorraje” impulsaron estas conversaciones sin revisar sus datos, y la borregada se sumó haciendo pomada a los atletas, a las Olimpiadas mismas y probablemente también a Felipe Calderón porque él tiene la culpa de todo siempre.

Para los usuarios, especialmente los más jóvenes, son más atractivas las narrativas que suenan bonitas y descartan categóricamente las que tengan datos “duros”. Prefieren participar en una conversación donde haya un enemigo en común con tal de fomentar “fluffy ideologies” y ganar likes. Mientras, los usuarios más grandes, con tal de reforzar un punto de vista muy personal, son capaces de compartir noticias del “NotiPanda México”.

Ninguno se ha tomado la molestia de consultar más fuentes, entender el porqué de esa agenda, ni ir más allá del “porque tengo una opinión”.

Si le preguntan a este columnista, recomiendo seriamente que todos hagamos un Círculo Dorado no solo para replantearnos lo que publicamos en redes, sino también por qué pelearnos, o por qué nuestra marca es como es. Es más, escribámonos pronto para trabajarlo juntos.

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