Mota, martita, marijuana, hierba, grifa, coliflor tostada o chora…
Es indudable que la marihuana es parte integral de nuestra cultura (y de muchas otras). Lo curioso con esta hierba es que hace muchos años, de la nada, nuestros gobernantes la hicieron ilegal en un afán de quedar bien con Estados Unidos. Gracias a estas prohibiciones se transformó en parte integral de la contracultura.
La “droga” que alguna vez se consideró exclusiva de la clase baja y de soldados, pasó a integrar las nuevas olas culturales e intelectuales que alteraron para siempre campos como la música y el arte.
Por supuesto que esto era mal visto en una sociedad muy hipócrita: el intelectual, el artista, el poeta, era por antonomasia, un “marihuanito”. Una criatura sin voluntad que olía a petate y pachuli, víctima de los peores vicios.
Crecí sumergido en esa sociedad que se preciaba de ser sana e incorrupta, que miraba a los “estupefacientes” con un auténtico terror, puerta a la degradación, la prostitución y la caída al lumpen de la sociedad.
Mal miraban a los fumadores de petate pero, eso sí, perdonaban que alguien se “echaran sus alcoholes” e hicieran peores desfiguros que si estuvieran bajo el influjo de la mois.
Como he dicho, crecí en el seno de una sociedad que repudiaba a la mota, pero nunca estuve lejos de su presencia. Por más que intentaron ponerme dentro de una pecera de cristal, siempre pude toparme en las cercanías con alguien que le pegara a la mota con singular alegría:
En la escuela, en los clubes, en los centros de reunión, la verdad es que desde que estaba en secundaria pudo haber sido sumamente fácil hacerme con un poco de hierba; y es que esta, a pesar de prohibiciones y regulaciones, siempre ha estado disponible para cualquiera en cualquier lugar y desde cualquier extracto social.
Incluso en la familia, yo tuve un tío postizo al que llamábamos Calis, que era rete macizo; todos los que interactuábamos con él lo sabíamos y lo aceptábamos. La verdad es que nunca lo discriminamos por ello; de la misma forma era un tipo sumamente discreto y reservaba sus sesiones con martita para cuando se encontraba entre los suyos.
A lo que voy: la marihuana siempre ha estado presente; es una planta que prácticamente se da sola, y que es posible conseguir sin hacer gran esfuerzo. Es parte de nuestra realidad como sociedad.
Ahora viene la parte de los números:
En el estado de Colorado, uno de los del vecino país que ya autorizó el uso lúdico de la marihuana, esta generó beneficios económicos que alcanzaron los 2 mil millones de dólares el año pasado. Representó impuestos y cuotas por $387 millones de dólares (en dos años ellos también se podrían comprar la refinería de Shell).
Lo interesante es que los recursos generados por “la droga” los están aplicando para paliar y mejorar temas de importancia local, todo un nuevo presupuesto para mejorar las condiciones de vida de una comunidad.
En pocas palabras, a pesar de que tuvieron un descenso en las ventas respecto a años anteriores (quiero pensar que ya se les pasó la euforia), los marihuanos resultaron ser un gran negocio y no solo en Colorado: Illinois, Massachusetts y California también reportaron que las ventas de la hierba alcanzaron cifras muy similares, de mil millones de dólares.
El estado de Colorado cobra en impuestos apenas un 2.9 por ciento de las ventas de marihuana recreativa y medicinal. Para hacer un pequeño ejercicio: ¿Cuánto cobra de impuestos la Secretaría de Hacienda por las bebidas alcohólicas?
En algunos casos alcanza hasta el 53 por ciento.
¿Te imaginas lo que el estado mexicano podría recabar en caso de legalizar la marihuana?
El proyecto de ley se encuentra enterrado en un estúpido laberinto legislativo y no tiene para cuando salir. Ocurre que este gobierno no tiene nada de “progresista” y está haciendo todo lo posible por evitar la legalización por las causas más retrógradas; las razones que todos hemos escuchado desde que nuestras mamás querían evitar a toda costa que nos hiciéramos pachecos.
“Es la puerta a otras drogas”, “es un aliciente del crimen organizado”, “causa mucho daño”, “hace estúpidas a las personas” y un larguísimo etcétera para tratar de negar lo evidente.
La marihuana tiene una presencia inequívoca en nuestro entorno y todo lo que hacen o tratan de evitar los sectores más conservadores es el equivalente a cerrar los ojos y gritar monosílabos para no ver y no escuchar la realidad. No solucionan nada y nada más exacerban el problema.
Decía el Tío Calis que “un borracho siempre será más aguerrido que un marihuano” y tenía toda la razón del mundo. Aunque es legal, es un factor que afecta la salud, la economía y hasta la vida de muchas personas. Las implicaciones sociales del abuso del alcohol son brutales en muchos sentidos, ¿te imaginas si éste estuviera prohibido?
Afortunadamente los gringos ya hicieron el experimento y sabemos a la perfección que clase de demonios quedan sueltos con tal acción.
Sé que este tema es sumamente polémico y para muchos la legalización de la marihuana equivale a abrir las puertas del infierno, sin embargo, hay que ver y analizar lo que está pasando en Estados Unidos.
Ya vimos que la prohibición del alcohol causó una era de violencia criminal sin precedentes; ¿qué está pasando en los estados que ya legalizaron la marihuana? ¿qué pasos dieron? ¿cómo lo están regulando y estableciendo? ¿cuáles son los beneficios y los factores negativos?
Quizá podríamos aprender algo.