Cuando Elon Musk compró Twitter (ahora renombrado por él, como “X”), ya tenía en mente cómo revolucionaría esta popular red social, para convertirla en lo que se conoce como una Superapp que pudiera combinar múltiples servicios en una sola plataforma (mensajería, compras, pagos en línea, repositorios y búsqueda de información) en donde lo más valioso radica en la base de datos que permite analizar las neurociencias del comportamiento, para así anticiparse a las tendencias, necesidades, problemas, deseos y conversaciones de las personas para poder venderles prácticamente cualquier cosa.
Más que una red social, Musk compró una rentable base de datos
Esta base de datos en sí misma es una oportunidad de negocio altamente rentable, pues de acuerdo con datos obtenidos por Matt Ahlgren y el equipo de WSR*, en la actualidad hay un total de 1.3 billones de cuentas de Twitter, pero solo 368.4 millones de ellos son usuarios activos y el resto son solo observadores pasivos que se dedican a leer lo más destacado de los 500 millones de tweets que circulan a diario, lo que equivale a que cada minuto se publiquen 350,000 mensajes de toda índole, incluyendo anuncios publicitarios, convirtiéndose así en la decimoquinta plataforma de redes sociales más popular en el mundo, de ahí el interés de Musk, quien más que comprar una red social, adquirió una de las bases de datos más ambiciosas e influyentes en la que convergen las más altas celebridades de la política, el deporte, las ciencias, el arte y los espectáculos con los ciudadanos de a pie.
¿Es el fin de los llamados tweets?
Desde su nacimiento en 2006, Twitter ganó popularidad, gracias a que fue la primera plataforma de microblogging, que planteaba la mensajería rápida y breve en tan solo 140 caracteres, más tarde evolucionó para permitir mensajes de hasta 280. Además, empezó a popularizar el uso del hashtag o gatito (#) seguido de una o varias palabras para identificar un tema en tendencia o aspectos de la vida cotidiana y hoy por hoy es una de las plataformas de consulta rápida que las personas emplean con mayor frecuencia para estar informadas en tiempo real de cualquier tema o suceso.
El pajarito azul, junto con las palabras tuitear, retuitear y mandar un tuit (que eran ya parte de los neologismos que empleábamos para referirnos a esta acción de compartir contenidos en dicha red), se tambalean ante la creación de esta nueva identidad de marca que se suma a todas las compañías de Musk que contienen igualmente la letra X (SpaceX, xAI, X.com) así de la noche a la mañana, a todos nos apareció en nuestros dispositivos electrónicos esta letra enmarcada en un cuadrito negro, en lugar del icónico pajarillo tan bien posicionado hasta ahora.
“X” esta controversial letra que, de forma similar a la incógnita de una ecuación matemática, genera más incertidumbres que certezas, plantea un cambio que muchos perciben como innecesario e incluso contraproducente para dicha plataforma, lo cierto es que pese al cambio de nombre, los mensajes dentro de esta red social siguen circulando con la misma frecuencia y energía, ajenos a los planes de Elon Musk. Ya el tiempo nos dirá si su arriesgada jugada de modificar la identidad, le ayudará a crear este nuevo Universo X de su ambicionada Superapp o será el gran fracaso del siglo, pero eso como la propia “X” es la incógnita que hoy no podemos descifrar.
*Para mayor información, puedes consultar el estudio completo de WSR sobre Twitter en la liga: https://www.websiterating.com/es/research/twitter-statistics/#chapter-1