Josefina, alias “La Licenciada”, es una schnauzer miniatura que lleva conmigo casi once años. Es muy única (por decir lo menos). Su pelaje se asemeja al de una vaca Holstein, prefiere a los humanos (siempre y cuando no limpien parabrisas) y tiene expresiones de adolescente cuando no se hace lo que ella quiere. Generalmente hace un ruido que suena a “¡Ash!”.
No obstante, he tenido que lidiar con dos grandes temas:
- Tener que decirle la cruda verdad: ella es un perro y tiene que comportarse como tal. Cosa que aún no hago, ni creo que haré.
- Odia bañarse.
Lo segundo, a pesar de varios intentos a lo largo de más de una década, sigue siendo toda una faena. Cada que escucha la regadera y me ve tomar sus cosas para bañarla, inmediatamente aplica la táctica de “si no me muevo, nadie me podrá ver”, misma que invariablemente se le frustra y termina reviviendo aquel tortuoso, pero necesario ritual. El resto se lo habrán de imaginar.
¿A qué quieres llegar, tío Presno? Ahí les va:
En un mundo digital saturado de marcas ávidas de atención, también existen otras que buscan todo lo contrario, como la Licenciada Josefina a la hora de bañarse. Esto podría ser por motivos personales o estratégicos. El problema surge cuando, a pesar de ambas características, las marcas pierden (voluntaria e involuntariamente) el control de su comunicación.
El Efecto Barbra Streisand
En 2003, la cantante y actriz estadounidense Barbra Streisand denunció al fotógrafo Kenneth Adelman, exigiendo 50 MDD en compensación por daños a su privacidad tras publicar una fotografía aérea de su casa en Malibú.
A Streisand le salió el tiro por la culata cuando la demanda fue desestimada y le ordenaron que le pagara a Adelman 177mil dólares y “pa’ acabarla de amolar”, la foto se viralizó a través de varios medios que tomaron la noticia. Hoy en día, el caso es un referente para temas legales y por eso se llama “El Efecto Barbra Streisand”.
No lo haga compa…
Tal vez, a muchos de ustedes les pasó de niños que, tratando de cortarse el pelo frente al espejo, se dieron un mal tijeretazo y trataron de emparejarlo recortándose y recortándose hasta dejarse el fleco como Amaia en “Ocho Apellidos Vascos” (véanla, por favor).
Lo mismo pasa con las marcas; que corren, empujan y gritan contactando publishers, subiendo comunicados con tal de evitar o mitigar una posible viralización de sus publicaciones y terminan como la Streisand.
El Efecto Licenciada Josefina
Para evitar quedar como la Streisand o aquel yate en la Quebrada de mi bello Acapulco, arrancando este 2025, porque independientemente de su fama a todos nos puede pasar, aquí van tres recomendaciones:
- La marca tiene que partir de una base: Internet es un campo fértil para mover y encontrar todo tipo de información (real o no). Y, entre más olas se hacen, más gente se enterará.
- Hacer una planeación estratégica de publicaciones con anticipación aprobada por la marca.
- Hacerle entender a la marca que, una vez realizada la publicación, pertenecerá a Internet y será muy complicado dar paso atrás.
- Si quieren que la publicación YA NO SE AMPLIFIQUE, hagan como la Licenciada Josefina. NO SE MUEVAN. No contacten a otros publishers, ni publiquen más sobre el tema.
- Contar con un comité de crisis y un monitoreo de redes haciendo Social Listening (como el que hace WatsonData) para detectar algún efecto relevante en la conversación de los usuarios de redes y páginas.
En este flamante 2025 último modelo, seguramente vendrán muchos planes para romper internet y con ellos, saldrán casos en que sientan que van a caer en el efecto Barbra Streisand. Si fuera así, ¡que no cunda el pánico! Nuevamente: hagan como la Licenciada Josefina, llamen a WatsonData y con mucho gusto les apoyaremos.
Feliz año. Hablemos pronto…