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México, un país donde la mayoría de los niños tiene 40 años o más

Levante la mano el que culpa a otros por lo que le sucede, levante la mano el que culpa al gobierno (cual fuere) por cómo estamos, levante la mano el que hizo pataleta por la pandemia. 

Me gusta empezar por las definiciones, aunque una cosa es lo que significan y otra la que interpretamos ¿a poco no?, así que partiré de estas que ofrece mi adorada RAE (Real Academia Española), mismas que me ayudarán en el desarrollo de éste artículo:

Niño: “Que obra con poca reflexión o con ingenuidad. Que tiene poca experiencia”. 

Adulto:  “Llegado a cierto grado de perfección, cultivado, experimentado. Dicho de un animal: Que posee plena capacidad reproductora. Dicho de un ser vivo: Que ha llegado a la plenitud de crecimiento o desarrollo”.

El nodo conductor y diferenciador entre ambos, que desde mi punto de vista encierra la panacea del tema, es la palabra responsabilidad, que según la RAE significa “Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente”.

Escucho y leo a mis contemporáneos quejándose de sus parejas, o de lo que no tienen, de sus hijos, del gobierno, de la pandemia, o porque tienen mucho trabajo o porque les falta, o por su peso, o su edad o cualquiera que sea su circunstancia y pienso esto, es cierto que el desahogo es importante y más que eso necesario pero, ¿no se supone que a nuestra edad hemos comprendido que somos el remedio y la enfermedad? Y no faltará quien diga, “Ay Ana, ahora resulta que tú sabes perfectamente qué hacer y nunca te has quejado”, pues no, no tengo una bola mágica para saber con exactitud, pero un día me caché haciendo un berrinche como una de mis hijas y ahí me preocupé, ella se quejaba de una “bobada” y yo de algo “importante” que para el caso es lo mismo, porque el adulto era yo y no pareció, las dos quejándonos igual pero con cien años de diferencia, exageré en la edad pero es para darle un poco de drama al contexto.

¿No me creen?, Volteemonos a ver, nos quejamos de (las nuevas generaciones) niños que han sido educados por otros niños, de las parejas y los trabajos que ¡nosotros elegimos!, de cómo hace uso de su sexualidad otra persona, no sé ustedes pero a estas alturas de mi vida estar escuchando quejas adultas por todos lados y por todo, me alarma.

Estoy a favor de practicar el derecho de la libertad y decir lo que no nos parece, de levantar la mano ante el abuso, la injusticia, la violencia, pero con responsabilidad, como bien decía el dramaturgo, crítico y polemista irlandés George Bernard Shaw: “la libertad significa responsabilidad por eso la mayoría de los hombres le tiene tanto miedo”, o la profundísima frase de la ex primera dama de los Estados Unidos Eleanor Roosvelt: Con la libertad viene la responsabilidad. Para la persona que no está dispuesta a crecer, la persona que no quiere llevar su propio peso, esta es una perspectiva aterradora”.

¿En qué momento de nuestras cortitas vidas nos daremos unos minutos para reflexionar qué estamos haciendo nosotros?, hacia afuera somos sumamente exigentes, “el gobierno tiene  que cumplir”, “mi pareja tiene que ser de tal forma” “mis hijos deben obedecer”, “los maestros deben estar para mis hijos”, “el mesero tiene la obligación de servirme”, nuestro vocabulario esta lleno de “tiene que” y “debe de” pero solo hacia afuera porque ¿en qué momento decimos (por ejemplo) que nuestros hijos deben estar atentos al maestro sí o sí?. 

Según muchos de mis contemporáneos todos tienen la culpa menos nosotros y me encantaría sumarme a la moción porque sería comodísimo asumir que no he tenido responsabilidad alguna por absolutamente nada y por otro lado enterarme de mi perfección jajaja.

Y bueno…

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Quizá el gobierno (insisto, el que fuere) no cumple, pero acá entre nos, ¿tú sí cumples con tu deber civil? O evitas pagar impuestos, das mordidas, te pasas el alto, te metes en sentido contrario, te estacionas en doble fila, usas lugares de discapacitados porque “nomas vas super rápido”, no cedes el paso a peatones o ciclistas, tiras basura en la calle, te cuelgas de la luz, etc. etc.

Quizá tu pareja es “de lo peor” pero, en serio en serio ¿tú verdaderamente le das el respeto que quieres recibir?, O hablas mal a sus espaldas, exageras cosas para hacerl@ quedar como culpable, no l@ quieres pero lo necesitas, l@ minimizas cuando conversan, le tiras indirectas, eres pasiv@ agresiv@, le provocas celos intencionales, l@ ignoras, etc. etc.

Quizá tu trabajo es “terrible” pero, a poco ¿tu desempeño de verdad es el mejor? O si no te ven no haces nada, si puedes te llevas “alguito” al fin y al cabo nadie se dará cuenta, usas las herramientas del trabajo para fines personales, odias a tu jefe pero necesitas el trabajo y lo haces notar de muchas maneras. ¿Tú le ayudas a tu jefe a crear nuevas propuestas para mejorar la calidad en el servicio,? ¿cuál es tu compromiso?, ¿cobrar?.

Quizá tus empleados son “un dolor de cabeza”  pero ¿te has acercado a conocerlos realmente?, ¿les das un salario justo?, ¿los obligas a trabajar horas extras gratis, bajo la amenaza de despedirlos?, ¿les hablas con respeto?, ¿abusas de su necesidad?, ¿procuras ser empático y solidario ofreciendo un empleo digno?. 

¿Se imaginan a estos dos últimos juntos? ¿Quién tendría la razón?, cada uno por su lado estaría quejándose por una cosa o la otra y así es, lo hemos escuchado millones de veces, personas que no les gusta su trabajo y ahí siguen o jefes que no soportan a sus empleados pero “no es tan fácil encontrar gente”. Ahora bien, si cada uno se hiciera responsable de lo que le toca, las cosas podrían ser distintas ¿no lo creen?, habría diálogo, comprensión, interés, apoyo, solidaridad, y si no funciona pues se acabó, pero dejan la quejadera.

Trabajo en eso todos los días, me cacho formulando pensamientos quejosos y procuro desbaratarlos conscientemente, no me ha sido fácil porque hay muchos vicios de pensamiento de años, pero lo intento y digo esto porque  podemos empezar por darnos cuenta del lugar que hemos perdido, por lo tanto de la responsabilidad y libertad que se puede recuperar. 

Si cada uno de nosotros nos convirtiéramos en la propuesta que  buscamos, otro gallo cantaría (sabiduría ancestral jaja). Ser ese ciudadano que merece el respeto de un gobierno, ser esa pareja que  se hace responsable de su propia felicidad, ser ese empleado que se suma de corazón a un proyecto,  ser el jefe que reconoce el valor de sus empleados, ser ese alumno que valora el esfuerzo de su maestro, SER responsable en cualquier circunstancia que implique dar y no solo exigir. 

México no se hace solo, es lo que estamos siendo todos día tras día.

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